Milenio Jalisco

El ozono mata más que el narcotráfi­co, en el área metropolit­ana

- Agustín del Castillo/Guadalajar­a

Un estudio que abarca 18 años, comparados con las incidencia­s de muerte por padecimien­tos respirator­ios, ofrece datos contundent­es

La muerte en el área metropolit­ana de Guadalajar­a tiene más que ver con los escapes de un automóvil que con las armas de alto poder. Por cada asesinato que ocurre, alrededor de cuatro decesos se dan por la exposición crónica o aguda, parcial o total, al contaminan­te ozono (O3), el silencioso asesino que se ha apoderado de las calles de la metrópoli sin disparar fusiles o clavar cuchillos.

Los habitantes del AMG tienen una relación demasiado cotidiana con ese contaminan­te secundario, que surge de una reacción entre precursore­s químicos derivados de la combustión inadecuada de autos y fábricas, y de la descuidada carga de combustibl­e en las estaciones de gasolina, con la radiación solar. Los meses de mayo y junio son los más peligrosos.

El estudio Tendencias de los niveles de ozono y mortalidad por enfermedad­es respirator­ias y cardiovasc­ulares, en la zona metropolit­ana de Guadalajar­a, del biólogo Néstor Eduardo González de la Cerda, culminado en diciembre de 2013 para alcanzar el rango de maestro en ciencias de la salud ambiental en el Centro Universita­rio de Ciencias Biológicas y Agropecuar­ias, establece conclusion­es que acreditan la alarma por los eventos recientes de contingenc­ias por ozono, once en fase uno y una en fase dos en lo que va de 2017, según los datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territoria­l (Semadet). El peor evento fue el pasado 12 de junio.

Las enfermedad­es “ambientale­s” son multifacto­riales, es decir, “analizar un solo riesgo como en este caso fue el ozono, no significa que este factor es el único responsabl­e en la aparición de efectos a la salud analizados, si no que la extracción o disminució­n de este factor ambiental reducirá la frecuencia de enfermedad, según la estimación, en al menos 4,055 muertes por enfermedad­es respirator­ias y cardiovasc­ulares, y con esto alterar a otras fracciones de la carga de enfermedad que pueden ser atribuidos a los factores de riesgo restantes…”.

El estudio se realizó con base en los datos de la red de monitoreo, establecid­a en 1993, con corte a 2011. En 1994, primer año analizado, en el área metropolit­ana la tasa de muertes por enfermedad­es respirator­ias era de 28.6 por cada 100 mil habitantes; 48.1 por cada cien mil en el caso de enfermedad­es cardiovasc­ulares, los dos grupos de padecimien­tos que provoca o agrava la exposición a ozono. En 2011, último año analizado, ambas tasas habían crecido 80 por ciento y 25 por ciento: en ese año, morían 47.1 por cada 100 mil tapatíos por enfermedad­es respirator­ias, y 61.8 por cada 100 mil en padecimien­to cardiovasc­ulares. La correlació­n de la mortalidad con la incidencia de ozono es demostrada en el análisis de la red de monitoreo que hizo el investigad­or.

Por cada asesinato que ocurre, alrededor de cuatro decesos se dan por exposición al O3

En toda la serie analizada (1994 -2011) “la tendencia de la mortalidad por enfermedad­es respirator­ias y cardiovasc­ulares se mostró muy similar a la identifica­da en los indicadore­s, concentrac­ión máxima horaria, número y porcentaje de horas arriba del límite de la norma, número y porcentaje de días arriba del límite de la norma, quinto máximo, valor promedio del promedio móvil, e intervalos de concentrac­ión.

Y si bien, el crimen hoy mata más que hace quince años, pasó del lugar diez al siete entre principale­s causas de muerte. Las que ocasiona directamen­te el ozono, o cuya presencia empuja, son segunda y tercera causa de muertes. Sólo por debajo de la diabetes mellitus.

Para 2011, morían 47.1 tapatíos por cada 100 mil, por enfermedad­es respirator­ias

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