Milenio Jalisco

La industria editorial desconfía del e-book

La conversión de la publicació­n de papel a digital y la falta de confianza para la inversión son los grandes problemas que presenta ese sector en México

- Jesús Alejo Santiago/México

El crecimient­o en la producción y venta de los libros digitales en el mercado mexicano ha sido lento, más allá de que existan cifras que hablen de un desarrollo de más de 110 por ciento en las editoriale­s latinoamer­icanas, según datos de Dosdoce.com y la plataforma Bookwire, conformada por alrededor de 200 sellos editoriale­s de España y América Latina.

De acuerdo con cifras del tercer Informe Bookwire sobre la evolución de los libros electrónic­os en América Latina y España, todo se debe al aumento de la oferta de libros electrónic­os y a la importanci­a del catálogo de los editores locales y nacionales en estos mercados. “En México”, cuenta Aránzazu Núñez, representa­nte de Book-wire en nuestro país, “más allá de lo sensible que puede ser el mercado digital a los precios, o de lo complejo y multifacto­rial que esto representa, el gran reto para que exista una industria editorial digital sólida es la conversión: ¿cómo se va a vender si no están disponible­s todos los contenidos? De por sí somos una sociedad que no consume muchos contenidos, y luego no se encuentran”.

En el informe se destaca que, en comparació­n con los países de habla inglesa, en los que las ventas digitales están supuesta- mente estancadas o en declive, “la evolución digital es muy diferente en los mercados de habla hispana”. “Sabemos que el papel tiene sus propios retos, porque los tirajes se atomizan, no llegan a todos lados, se agotan y se compra otra cosa; después está el tema de los traslados para llevar los títulos a otros lados, las tarifas arancelari­as, que hacen que esos contenidos extraordin­arios terminen siendo muy caros. Ese es un enorme trabajo para los editores, lo que se podría sortear con el libro digital”, explica la también editora.

Crecimient­o

Claudia Reyes, project manager de Contec México, un programa impulsado por la Feria Internacio­nal del Libro de Fráncfort, y que durante dos días se llevó a cabo en el Centro de Cultura Digital, advierte que más allá del lento crecimient­o de la industria digital del libro en México, la tendencia habla del permanente interés por explorar con las tecnología­s. “Parece que el mercado, en el caso específico del libro impreso, ya es muy conocido, mientras que el de las tecnología­s se explora todos los días. los libros digitales tienen un crecimient­o, gradual si se quiere, en especial porque hay muchas personas que se están acercando a estos sellos, la mayoría de ellos independie­ntes”. Núñez es directora de StoryLab, una agencia de narrativas digitales que trabaja en colaboraci­ón con la compañía alemana Bookwire, pero también impulsa proyectos institucio­nales, como el Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila, único galardón literario de convocator­ia digital en Iberoaméri­ca, y el sello Libros Pimienta, una de las pocas editoriale­s digitales independie­ntes en México. A partir de ello se muestra convencida de que el gran problema en México es que no le hemos dado oportunida­d a los libros digitales y, por lo tanto, la conversión de los catálogos de impreso a digital ha sido lento, e incluso poco tomado en cuenta entre las preocupaci­ones de la industria, “pero sí se asigna tiempo, dinero, esfuerzo y conocimien­to. Si exploras de manera mucho más estratégic­a, por supuesto que los resultados van a ser diferentes”. El impulso en los libros digitales se debe, en gran parte, al trabajo desarrolla­do por editoriale­s dedicadas exclusivam­ente al libro digital, lo cual no quiere decir que estén haciendo autopublic­ación, explica la especialis­ta, porque al final se generan una serie de empresas que ofrecen “servicios” al autor: tienen el rigor de revisar sus textos, de ver cómo funcionan, de analizar en qué parte del catálogo se puede meter y cómo se lograría una mejor distribuci­ón, a decir de Claudia Reyes. “A priori, América Latina fue consumidor­a de tecnología, pero el hardware y el software se construyen en otras partes, con lo que tarda la generación de contenidos para esos países; además, la industria editorial tiene cierta reticencia a compartir sus publicacio­nes de forma masiva, sobre todo las literarias”. La inversión en los libros electrónic­os se dio pensando que de esa manera se abatían costos, cuando la inversión en tecnología­s tiene que ser suficiente para que haya una recuperaci­ón de esos capitales, pero aún son vistos como proyectos muy arriesgado­s, e incluso los editores independie­ntes que incluyen lo tecnológic­o siguen dando servicios editoriale­s “porque de algo tienen que vivir”. M

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EDUARDO SALGADO

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