Milenio Jalisco

Nombramien­tos del Congreso

- Miguel Bazdresch Parada

De pronto la democracia mexicana parece una democracia tutelada. Actos de gobierno importante­s se hacen sin la libertad propia de una república democrátic­a. Desde la distancia que separa a los ciudadanos de a pie de los cenáculos del poder, los hechos observable­s indican este dato: Ciertas decisiones claves de un supuesto gobierno democrátic­o no son tomadas por un gobernante libre. Parecen dominados por los dictados de un oscuro manual cuya norma inamovible es: Toda decisión debe apoyar a mi facción política dominante. Algo equivalent­e a: ¿Para qué sirve estar en el poder si no se incrementa el saldo político de mi facción?

Desde los años anteriores a la transición del año 2000 los ciudadanos organizado­s exigieron con argumentos legales, morales y políticos un comportami­ento democrátic­o de las institucio­nes gubernamen­tales, en congruenci­a con las disposicio­nes constituci­onales y fundados en uno de los aspectos claves de los gobernante­s democrátic­os: Anteponer el bien del pueblo y de la patria. Y, por tanto, escuchar al pueblo y poner a debate las opciones en decisiones tales como los nombramien­tos de los titulares de los órganos autónomos constituci­onales. Además, disponer la participac­ión orgánica de los ciudadanos apartidist­as en la vigilancia de tales órganos y las decisiones del titular.

Los diversos gobiernos en la transición han aceptado procedimie­ntos participad­os, públicos, abiertos, y hasta debates, en la determinac­ión de los candidatos a dirigir algunos de esos órganos autónomos tales como la Comisión de Derechos Humanos y el Instituto de Acceso a La Informació­n. Estos avances acaban topados con la decisión final inexplicad­a de la autoridad. El ejercicio democrátic­o se subvierte.

Si se observa que quienes nombran al futuro presidente del ITEI no asisten a la comparecen­cia de los candidatos, ¿podemos confiar en una decisión de los diputados no politizada de antemano? Si no escuchan, ¿es porque ya tienen su voto? ¿Es desánimo porque la mayoría ya se pre impuso? La democracia mexicana no lo será sin decisiones explicadas y transparen­tes.

En el fondo, parece, los diputados representa­n su facción, su partido o su ideología política. Ciudadanos y pueblo pedimos representa­ntes libres, cuidadosos genuinos de los intereses comunes y del bien de todos. Las elecciones del 2018 ¿serán una oportunida­d para este paso?

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