“A MAYOR LENGUAJE, MAYOR ESTANCIA... ESTAMOS MÁS”
Hace siete años Raúl Renán tuvo la generosidad de sostener conmigo una serie de conversaciones bajo la excusa del festejo de sus ochenta años
Varios ríos habían pasado bajo el puente y se nos volvió obligado retomar la conversación porque es la forma como el pensamiento y el cariño afirman su asidero. Me seguían sorprendiendo su bonhomía y sencillez. Diría que pocas personas tan bien cumplidas en su hallarse, cuestión lograda al ir abrevando la distancia entre su palabra y la realidad. “Estoy en un momento donde se ha dado una especie de depuración de los sucesos que componen mi existencia, me he concentrado en lo que me ocupa, y en lo que considero útil y bello en el mundo; quiero fijarme en lo que es más puro. Resultado de esta decantación es observar las situaciones humanas con más sabiduría. Mi entendimiento es una expresión de esto y por eso busco aprovechar el tiempo aceptando que hay una necesaria desmemoria que me lleva de regreso a la infancia, a lo que considero mi origen, en el intento de responder algunas preguntas. La que ocupa mis horas es sobre por qué ocurrieron los hechos de tal manera y no de otra. Al ir tras mi infancia me he ido haciendo más yo mismo. La emoción me desborda. Soy más sensible. He afinado mi capacidad de percepción. Entiendo que todavía tengo cosas no resueltas”.
¿La sabiduría te ha llevado a entender que hay nudos que están hechos para anudarse? ¿Esto genera una reverberación en tu escritura? Yo creo que sí, tendrías que ver lo último que he escrito sobre el “blanco activo”, tópico sugerido por mis alumnos y que me pareció excelente. Lo desarrollé a través de un poema y están contentísimos porque es símbolo del taller que les impartí.
¿Recuerdas que era un tema referido cuando discutíamos el verso de San Juan de la Cruz “Mi Amado las Montañas”, y aventurábamos que quizá el espacio del poema se daba en el blanco y no en la escritura? Ayer, al hacer una grabación, sorprendí a la gente al tratar tal cuestión. Siempre se escucha la idea de que como es un blanco hay un vacío, pero yo connoté que más que vacío es un contenido por sí mismo. El blanco activo y la experimentalidad en la poesía son conceptos que van más allá de lo que la gente cree. Se trata de otra cosa. Celebro que recuerdes nuestras discusiones.
Hace siete años ‘poética del relámpago’ fue la expresión que evidenció la brevedad como cohesión de sentido en tu poesía; también hablamos de la experimentación como un arrastre que permite el tránsito en la escritura. Confío en que sigas siendo un “muchacho” y que ese impulso te haya llevado a explorar la hondura del blanco.
¿Qué has encontrado en su espacio? Hay una fascinación por el blanco en tanto que es un contenido, lo que significa que es esencial, que es un sí mismo, una concentración de los sentidos y de la luz. Lo que se hace es girar en torno suyo por la natural insuficiencia del lenguaje para describirlo, porque no da de sí para explicarlo ni explicarnos. No hay más que forcejear con el idioma, exigirle un contenido mucho más profundo, una carga más aguda, pero ¿cómo se disloca su fundamento primario para que logre una equivalencia notable entre lo que se dice y aquello que se mienta con la palabra? A mayor lenguaje, mayor estancia. Estamos más… Por un lado, las palabras nombran el mundo, pero a la par son faltas para hacerlo. Esa carencia que se debe a una fractura inicial permite irónicamente aproximarnos al mundo con el afán de entenderlo y, a la vez, conlleva la minimización del significado. Ahí es donde se le plantea al poeta el salto mortal, aunque curiosamente al poeta esto no se le da como una explicación, sino como algo que ocurre dentro de él, una forma de gratuidad. Tal vez el lector, ese otro que está tratando con lo que el poeta dice, comprenda de manera más precisa. El papel del poeta es escribir lo que se le ha dado ver. Lo escrito le lleva de forma secundaria a entender, a entenderse y, por ende, a explicar.
¿Qué se esconde tras la pregunta de querer entender y tras él a domar las palabras? Buscamos aclararnos porque estamos oscuros por dentro. No sabemos. No nos atrevemos a pensar en eso porque es casi la muerte. El lenguaje me permitió introducirme en el gran misterio del “blanco activo” y encontrarme. Diría que es cuando se revelan las cosas, y su adjetivo “activo” muestra la función específica de la blancura. Por eso me hubiera gustado estudiar más idiomas, porque la diversidad de palabras y las relaciones entre una lengua y otra me hubieran aclarado más. No creo que la muerte sea oscura. No te puedo contrariar. Creo que es una forma de claridad. Nadie ha regresado para contarnos lo que pasa. ¿Recuerdas el título de tu poemario ‘Lámparas oscuras’? ¿Hay alguna relación con lo que refieres sobre estar oscuros por dentro? En ese poemario le confiero a la oscuridad cuerpo físico y a la fisicidad de la voluntad de la emanación luminosa en pro del fenómeno de la poesía. La capacidad de nombrar