“Quiero que el legado de mi papá continúe”: joven huérfano
Tiene 17 años de edad y es el mayor de cinco hermanos que han quedado huérfanos de padre. Luis Nicandro ahora se sabe con el peso de responder a su familia, y en especial a su madre y lo asume: trabajará por terminar el trabajo que inició su padre Miguel Vázquez Torres en defensa de los derechos de su comunidad, uno de los pueblos originarios con mayor arraigo a su cultura, que ha luchado por la restitución de sus tierras y ahora sufre y vive con miedo tras el doble homicidio de dos líderes wixaritari.
“Yo siento, aunque no me lo dicen, ese temor. En la cara de mi mamá, de mis hermanos, de mis tíos. Yo veo en sus rostros el temor, y yo también siento. Pero me encuentro firme y vamos a salir adelante”, sostuvo.
Su familia, afirmó en entrevista con MILENIO JALISCO, lo apoya en lo que adelanta es su destino. “Quiero que el legado de mi papá, de Miguel Vázquez Torres continúe. Soy su heredero y las cosas que no pudo concluir mi padre, yo las tengo que concluir, porque era su sueño, y para que descanse en paz… y porque tenemos muchas necesidades en nuestra comunidad”.
El adolescente pide al gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, intervenga por la comunidad wixárika y haga cumplir la recomendación 31/2017 de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en su totalidad. “Todos los puntos que se dieron a conocer hoy (ayer) que se cumplan como está escrito, como lo estamos pidiendo… no es sólo por mi familia, lo estamos pidiendo para la comunidad y sería bueno y necesario que se lleve a cabo”.
A un año de terminar su bachillerato, Luis Nicandro está decidido a estudiar la carrera de abogado, y a involucrarse ya en la lucha de su pueblo.
Su madre, Cristina, se dedica al hogar y de tajo se vio sola con cinco hijos menores de edad. Ella teme por su familia, ya que quienes amenazaban y agredieron a su esposo y cuñado, los conocían. Pidió al fiscal patrullaje para su hogar, pero éste no ha llegado.
“Los primeros días (tras el doble homicidio) mirábamos a un sospechoso que se paraba ahí en la esquina, como que nos iba a espiar, pero ahora ya no”.
Ahora, además de rondines policiacos, espera se cumpla la promesa de una indemnización económica. En tanto, la familia sobrevive como puede y ella tramita la pensión por viudez, ya que su esposo era maestro.