La inflación como un impuesto justo
He estado coqueteando con la idea de usar una devaluación monetaria con un aumento de circulante como un impuesto a la riqueza. Aunque estamos acostumbrados a pensar en la inflación en relación a la canasta básica cuando la causa directa es un aumento en circulante la consecuencia es que cada peso existente pierde un poco de valor. En otras palabras, se le carga un impuesto a cada peso y mientras más pesos tienes, más pagas.
La ejecución es más táctica que simplemente soltar más circulante en la economía, los capitales tienen una tendencia a acumularse y esto resultaría en que las fortunas captarían la mayor parte del circulante en exceso y todo el impuesto caería en los menores recursos, lo que ha estado pasando desde hace décadas con el crecimiento económico. Para lograr un impuesto uniforme el circulante se tendría que inyectar invirtiéndolo estratégicamente.
Aquí es donde el oasis en el desierto se desvanece. Con el sistema gubernamental tan corrupto que tiene México esta herramienta resultaría en que los gobernantes se quedarían con todo el circulante incrementado. En México el problema no es que los gobiernos roban; roban en todo el mundo, económicamente, es un costo de transacción; el problema es que los nuestros roban tanto que atrofian el sistema.
Pretendamos por un momento que logramos contener la corrupción a un nivel en el que el gobierno puede funcionar, como es en otros países. Por ejemplo, Estados Unidos podría enmendar su constitución para declarar a la salud como un derecho básico y ofrecerle cobertura global a sus ciudadanos, esto causaría un impuesto a todos los dólares por igual, porque el gobierno en realidad estaría imprimiendo más dinero para pagarlo solamente. Sin embargo, todo apunta a que pasarán una reforma que hará lo opuesto y retirará mucho del apoyo público al sistema de salud. El capitalismo y la democracia son justos, simplemente se han combinado en un sistema que ponga al beneficio de los ciudadanos como su prioridad.
Si se pensara en usar a la inflación como un impuesto se podría implementar con precisión quirúrgica en las áreas que se quieren beneficiar con la intención de transferir riqueza de los más acaudalados a quiénes más los necesitan. Un ejemplo geográfico puede ser en la inversión de infraestructura en las regiones más pobres en donde el empleo es una inyección inmediata seguida de la inversión que se genere por la infraestructura ofrecida. Sabemos que están sobre la mesa los refrendos a ciudadanos de la tercera edad, aunque es cuestionable si un país con otras necesidades debe darle antelación a este grupo. Se podrían ofrecer desayunos en todas las escuelas públicas rurales como un ejemplo que directamente se enfoca en un grupo específico de la población.
Por supuesto que están los rubros como educación y tecnología, pero estos toman más tiempo en transferir los beneficios al grupo deseado. Quedan descartadas por completo opciones como los subsidios que pueden dejar la transferencia en una industria con consecuencias indeseables y de paso facilitan el robo por terceros. Para que el mecanismo funcione tiene que ser deliberado en el grupo al que pretende beneficiar, no consecuente de otros objetivos.