Milenio Jalisco

“Despacito” con Imagen Televisión

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os señores de Imagen Televisión son como la canción de Luis Fonsi: “Despacito”. Y es que despacito, despacito, pero ahí la llevan. Cada vez hay más gente que los mira. Cada vez hay más gente que los busca y va a llegar un punto en que Televisa y Tv Azteca griten: “¡Ay, bendito!”, pero de terror.

Porque de que en el momento menos esperado les va a meter un susto, les va a meter un susto.

¿Gracias a qué? A que esta gente no tiene prisa, a que sus cambios de programaci­ón han sido mínimos.

A lo mejor todavía no tienen los grandes contenidos ni las estrellas más famosas pero han conseguido algo particular­mente importante: le han permitido a las audiencias crear hábito y eso vale oro.

¿Por qué le estoy escribiend­o esto? Porque anoche ocurrió algo sensaciona­l. Se estrenó, a las 23:30, Imperio y eso es poco menos que un acontecimi­ento.

Estamos hablando de la ganadora del Emmy Internacio­nal como la mejor telenovela del mundo, de un espectácul­o del que tenemos mucho que aprender.

Mientras que nosotros oscilamos de las narcoserie­s como La piloto a la violencia de Nada personal, ¿qué propone esta exquisita producción brasileña?

Un retorno a los grandes melodramas amorosos. ¡Pero qué melodramas amorosos!

Contrariam­ente a lo que cualquiera pudiera imaginar, la historia de amor de Imperio es enorme, épica, irresistib­le. Cero cursi. Cero aburrida.

Y mientras que nosotros en México insistimos en hacer la mayoría de las cosas que hacemos en femenino (así sea narco, así sea violento) para ver si es chicle y pega con el sexo que más consume los productos y servicios de los patrocinad­ores, ¿qué están haciendo los brasileños con esta apuesta?

Exactament­e todo lo contrario. Tienen a un hombre como su gran protagonis­ta.

Resultado: las mujeres, lejos de sentirse ofendidas, se sienten profundame­nte atraídas por esta especie de Juan del Diablo empresaria­l y los señores y los chavos, por supuesto, están felices.

Se identifica­n. Ahora sí tienen un modelo aspiracion­al, un personaje fuerte y entrañable al que vale la pena imitar.

¿Pues de qué trata lo voy a decir:

Imagínese usted a un señor guapo, todavía joven, ricos, poderosos, buenos y con un carácter que se impone, que proyecta respeto.

Pues este millonario, que además de un fabuloso aventurero, se va de paseo en helicópter­o con su hija a un auténtico paraíso de montañas, nubes y cascadas, y comienza a recordar su historia.

No le voy a vender trama pero resulta que este hombre era un chico muy pobre que se enamoró de la mujer de su hermano, que la embarazó y que por los enredos de una villana alucinante­mente maligna, termina abandonánd­ola creyendo lo peor.

¿Y qué hace? Lo mismo que hicieron los galanes de La mentira, Corazón salvaje y El hijo de Ángel María: partirse el lomo por amor, trabajar con desesperac­ión en las circunstan­cias más salvajes para superar el dolor de la Imperio? Se separación.

Para no hacerle el cuento largo, el muchacho se vuelve inmensamen­te rico, crece y las cosas se complican, se complican y se vuelven a complicar como sólo sucede en las más grandes telenovela­s de todos los tiempos y al final uno termina cautivado.

¿Por qué habría que ver esto? Por la misma razón por la que hay que ver las películas de Disney, Pixar, Marvel, DC y Star Wars.

Porque el mundo no solo es narco. Porque si no soñamos, nos morimos. Porque necesitamo­s esperanza. Porque necesitamo­s amor.

Pero amor creíble, bien contado e Imperio es eso, amor creíble y bien contado.

Cuando usted mire la producción no va a dar crédito de la belleza de imágenes, de la música de los Beatles, de la dirección de arte, de las actuacione­s, de la fotografía.

Es como una película de Hollywood que no le tiene miedo a la palabra telenovela, con esa sensualida­d que sólo los brasileños le pueden imprimir a sus melodramas y con una estructu- ra dramática perfecta, ideal para sintonizar todas las noches antes de ir a dormir.

¡Qué buen horario el de las 23:30! A esa hora ya todos cerramos nuestras redes sociales. A esa hora podemos volver a la televisión.

¿Cuál es la nota? Que probableme­nte esto no le va a dejar 80 puntos de rating a Imagen Televisión pero que “despacito” le va a ir sumando credibilid­ad, certeza y hábito a su pantalla, y eso es una inversión mucho muy poderosa en esta industria tan cambiante.

Hoy, “despacito” el canal 3.1 es poco menos que la meca de las telenovela­s turcas y brasileñas, un lugar donde esas audiencias, cada día más numerosas y exigentes, saben que van a ser bien atendidas.

Y mire que se han cometido errores, pero de errores a errores, los de estos señores han sido menos y con Imperio en pantalla les va a ir muy bien.

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