Educación disruptiva
Nuevo modelo educativo. Se presentó en el acostumbrado acto protocolario el nuevo modelo educativo por parte de la Secretaria de Educación Pública del gobierno federal. Sin mucho esperar y ya con antecedentes y preliminares en la mano, surgen las críticas en los tres rubros: ¿Nuevo? ¿Modelo? ¿Educativo? ¿Tienen razón los críticos o no? Una mirada nos ayudará a saber.
Según el discurso y los documentos oficiales es nuevo porque ahora se atiende a las nuevas demandas de la población y sobre todo a los cambios de las sociedades mexicana y global. Hoy, se afirma, los profesores han de lograr estudiantes capaces de aprender a aprender en lugar de la enseñanza memorística. Bien.
En el Programa de modernización educativa del gobierno del Presidente Salinas, 1989, se puede leer en la página 21: “En suma, es necesario acudir a métodos que promuevan el aprender a aprender, entendido como un proceso vivencial que conlleva el aprender a ser y aprender a hacer.” Centrarse en actividades de promover aprendizaje de métodos y no en contenidos memorizados no es nuevo en México. Desde luego el programa educativo del Presidente Peña tiene novedades. No están en este punto que se aduce “crucial” antes y ahora.
¿Es un modelo? Un modelo es una representación ideal de la realidad. Proponer un modelo es decir cómo se quiere “ver y vivir” la educación nacional. El discurso de la SEP sí propone un modo ideal para ver y vivir en las escuelas del país. Es justo reconocer que se proponen “modos ideales” diferentes al modelo vigente. Se pueden discutir o aplaudir. Ahí están. Otro asunto será si se pueden poner en práctica. Una cuestión: ¿Se puede aprender a aprender con un libro de texto único para cada asignatura?
¿Es educativo? Esta es la pregunta clave: ¿Los niños, niñas y jóvenes podrán ejercer su derecho a aprender con apoyo de los profesores y administradores de nuestro sistema educativo? Hoy este derecho supone una educación disruptiva que reconozca dos imperativos. Uno, voltear el aula “al revés”: La escuela para discutir, profundizar, responder dudas y experimentar; la casa para estudiar, leer, escribir y hacer preguntas. Dos, la escuela no alcanza. Son necesarias experiencias vivas en la realidad social. Ahí se ve y convive con los fenómenos a estudiar. ¿La realidad nacional “aguanta” esta disrupción? Sí, con una sociedad disruptiva.