Las exclusividades: como taxistas Uber
ay que entender, ahora que han vuelto las agresiones por parte de muchos taxistas a usuarios (particularmente en Tijuana) y choferes de Uber, que estos hombres y mujeres están peleando por lo que les dijeron, de forma errónea, que les correspondía de por vida.
Su batalla no debería ser contra Uber, sino contra el sistema, que les cobra cuotas estratosféricas para que ellos puedan hacer lo propio con, por ejemplo, los usuarios en los aeropuertos. Abuso, tras abuso con tal de tener un hueco de por vida.
¿Por qué comparo esto con las exclusividades? Porque ambas prácticas son de un México viejo. De un México de monopolios y nulas competencias, donde solo los compadres o los favoritos tenían su lugar en la mesa y aquel que quisiera dar un mejor servicio estaba por completo fuera de la jugada.
Televisa no tenía la menor competencia, tenía la absoluta capacidad de pagarle a la gente ya fuera para usarla o, más adelante, para congelarla. Exactamente igual que muchas de las disqueras, pero hoy si no quiero ver la telenovela de las 10, me voy a mi aplicación favorita y pido otro programa. Así como que si no quiero usar un taxi que me va a cobrar cuatro veces más y tratarme mal, puedo pedir otro servicio en mi celular.
Así que Televisa ya entendió. Hay gente que sí quiere trabajar, donde sea que haya trabajo. Y para como están las cosas ahora no hay dinero que alcance para comprar todo el pastel, vender las rebanadas y darse el gusto de tirar algunas a la basura con tal de que nadie más se las coma.
La cosa es así de fácil. La tecnología cambió la jugada. Punto. Y no, no estoy diciendo que la gente ya no ve la televisión abierta, porque sería una gran mentira, pero sí puedo decirles que los presupuestos publicitarios y guberanamentales (hasta los que no existen) están muchísimo más repartidos.
Hoy un youtuber puede recibir lo mismo que toda una telenovela a un costo absolutamente ridículo en comparación. Así que en esta desesperación por encontrar la modernización todos tratan de buscar a los millennials en la tele y a los turistas que no encuentran el Uber en el aeropuerto. Cuando son pocos los que se han dado cuenta que absolutamente todos seguimos viendo contenidos y transportándonos. Solo es cosa de dar el mejor servicio. En calidad. En tiempos. En precio (cuando aplique). Ahí acabará la gente y con ellos, los anunciantes. ¿Ya existe Steve Jobs, la ópera?