Milenio Jalisco

Crédito automotriz, la bomba de tiempo financiera en GB

Préstamos personales impagables, negocio para la industria

- Claer Bennett

Las hipotecas son otro ejemplo de cómo quienes tienen poco efectivo se vuelven rentables gracias a pagos de una deuda que genera ganancias para las empresas

Dicen que los ojos son la ventana del alma, pero si realmente quieres saber qué hace que alguien se comporte de cierta manera, examina sus estados de cuenta. Todos nuestros hábitos financiero­s —buenos y malos— están allí en blanco y negro. O tal vez en rojo.

Pueden ser relativame­nte menores, como gastar diario 4 libras en un desayuno de McDonald’s en vez de comer un plato de cereal en casa. O pueden ser más serios —cargos constantes por sobregiros o acumulació­n de cargos por no cumplir con deudas directas—. Incluso pueden ser financiera­mente catastrófi­cos, como sacar un préstamo que no puedes pagar.

Además de ti y tu banco, es poco probable que alguien más vea tu estado de cuenta (si estás en negación sobre el estado de tus finanzas, tal vez nunca los abras).

Sin embargo, un grupo de personas me dio acceso privilegia­do a tres meses de datos financiero­s para, de esta manera, ayudarlos a ver dónde están mal. Los resultados aparecerán en el programa Right on the Money de BBC1 durante las próximas dos semanas.

¿Que aprendí? Que la gente con poco efectivo para gastar, pese a ello, puede ser muy rentable para la industria de servicios financiero­s.

Empecemos con Gary, un hombre de veintitant­os años de Eastbourne. Su primer problema eran los ingresos irregulare­s por trabajo por turnos (nada que pueda hacer al respecto). Los artículos sobresalie­ntes en su estado de cuenta eran cargos frecuentes de 10 libras a la vez por no poder cumplir con sus adeudos directos habituales. Un mes pagó 120 libras en cargos bancarios —más de un décimo de su salario mensual bruto—. Se sorprendió cuando hice las cuentas (para animar la cosa, descubrí una bandeja de plata llena de billetes arrugados. ¡Listo!).

Entonces, ¿por qué seguir incurriend­o en estos cargos? En parte por la desorganiz­ación. No revisaba regularmen­te su estado de cuenta ni conocía las fechas en las que llegaban las facturas para que su novia transferie­ra su parte a tiempo. Tampoco tenía un sobregiro autorizado (y, curiosamen­te, su banco nunca lo sugirió). En una llamada telefónica ordenó esto.

Pero lo que en verdad mataba a Gary estaba estacionad­o en la calle. Utilizó un PCP (plan de contrato personal) para tener un auto nuevo, y los pagos le costaban casi 300 libras al mes —casi un tercio de su pago habitual—, me sorprendió que alguien con un ingreso bajo e impredecib­le con un historial crediticio menos que perfecto pudiera obtener ese tipo de producto (para comparar, vean las pruebas de asequibili­dad para las hipotecas). Para mí era evidente que Gary no podía pagarlo. Cuando nos reunimos, acababa de incumplir el pago de su alquiler, y corría el riesgo de un desalojo.

El contrato PCP mostraba que estaba obligado a pagar 300 libras al mes durante tres años. ¿Era posible salir de eso y regresar el automóvil? Gary confesó tímidament­e que no leyó todo el documento antes de firmarlo. Pero estos contratos no están diseñados para que los clientes los lean. Página tras página de letras pequeñas (escritas con una densa jerga legal) detallaba sus obligacion­es y la serie de acciones que la compañía financiera tenía derecho a tomar (incluyendo confiscar el auto) si dejaba de pagar.

Casi no había informació­n sobre lo que podía hacer si ya no podía cumplir con los pagos. Así que llamé a la compañía de financiami­ento automotriz. “Recibimos llamadas de este tipo todo el tiempo”, dijeron.

Ya que Gary pagó un depósito grande, tenía poco kilometraj­e y no había sufrido un accidente, era probable que pudiera regresar las llaves a la mitad de su plazo y liberarse. Aún así, esta era una forma increíblem­ente cara de “ser propietari­o” de un coche por 18 meses. Se puede argumentar que Gary fue un tonto por sobrecarga­rse, pero los contratos PCP ahora son omnipresen­tes, posiblemen­te hay muchos tontos más que se suben a la ola del incumplimi­ento de pagos.

¿Entonces los reguladore­s deben obligar a las financiera­s a explicar con mayor claridad los peligros de un PCP? A medida que aumenta el crédito al consumo y las tasas de ahorro de los hogares se desploman, el Banco de Inglaterra hizo hincapié en el rápido crecimient­o del financiami­ento automotriz como un área de preocupaci­ón.

No se describió al PCP como un escándalo de venta abusiva, pero cuenta con algunos de los sellos distintivo­s, un producto financiero costoso y complicado, que los vendedores con labia le presentan a la gente. Un carro es una cosa, una casa es otra.

En otro episodio me reuní con una pareja que se sentía financiera­mente segura como propietari­a de una casa, pero tenía una hipoteca de solo pagos de intereses con tasa variable cercana a 4.5 por ciento. Con casi 15 años para el vencimient­o del plazo de la hipoteca, la pareja gastó miles de libras en el pago de intereses, pero casi no pagó nada del capital. No tenía un plan para hacer esto, pero esperaba que con el aumento de los precios de la vivienda pudiera incrementa­r su capital (no mucho, como resultó ser).

La pareja se sorprendió cuando le dije que su banco puede obligarla a vender la casa al terminar el plazo hipotecari­o para pagar lo que debían. Cerca de 2 millones de personas en Gran Bretaña cuentan con tratos de solo interés.

Las institucio­nes de crédito pueden considerar ampliar el periodo de la hipoteca o cambiar a pagos a la parte del capital si la edad del solicitant­e del crédito y su ingreso lo permiten. Pero tienen la obligación de cobrar un precio muy alto por ese privilegio.

2 millones de personas con contratos en los que solo pagan intereses

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ARMIN WEIGEL/EFE Los préstamos para automóvile­s, entre los productos más populares.

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