Rotonda de las Personas Ilustres para Cuevas
SUS HIJAS NO SABEN EL DESTINO DE LAS CENIZAS Durante la inauguración de la postrera exposición en la que participó su padre, Ximena, hija del artista, recordó algún texto en el que el pintor mencionaba esa posibilidad
Llevaban varios años sin entrar a ese edificio de la calle de Academia: anoche lo hicieron las tres, en diferentes momentos. La primera en traspasar la puerta del Museo José Luis Cuevas fue Ximena, quien colocó una veladora a los pies de La Giganta, a la que considera su hermana; después arribaron María José y Mariana, quien había llegado a México apenas tres días antes de la muerte de su padre, para reencontrarse con la obra, y en gran parte con la vida, del Gato Macho.
Reunidas por la inauguración de la muestra José Luis Cuevas y su colección a 25 años, allí estaban también, con más preguntas que respuestas: Ximena volvía a reconocer que no sabe dónde reposarán las cenizas de su padre, pero sí recuerda que tiene algunos escritos de él donde hablaba de estar a la altura de la Rotonda de las Personas Ilustres: “Con el tamaño de su obra lo natural sería ese espacio, por eso es importante hacer una revisión de quién es José Luis Cuevas: un artista que rompe, abre las posibilidades del arte en México. “Fue el portavoz de toda una generación: ¿cuál era su deseo? La Rotonda y después el Museo José Luis Cuevas, que es donde está su obra, pero ahí no tengo nada que ver”, dijo Ximena, quien señaló que seguían sin saber de qué había muerto el artista, “y genéticamente sí me interesa saberlo, porque cada vez que te haces un examen te preguntan por los antecedentes de la familia”.
Regresaron al lugar donde está reunida la obra que José Luis y Bertha Cuevas donaron al INBA; la mayor de las hijas de la pareja llamaba a revisar los muchos niveles que habían definido la vida y la obra de su padre: “Propongo una revisión muy seria de lo que es la obra de mi padre y el acervo del museo, que esté a cargo de una persona profesional que empiece a dirigir la mirada del recinto hacia la consolidación de la riqueza que inicialmente se propuso. “Tenemos que platicar con las autoridades para que esto quede en las mejores manos. Estar como quienes somos, el linaje Cuevas, para lograr que esto se quede en las manos correctas y formar parte del resurgimiento del Museo José Luis Cuevas”, destacó Ximena, quien resaltó que el recinto no es de alguien en particular, “está donado al país”.
Obra viva
A principios de los años noventa, Cuevas comenzó el proceso de donación de sus obras y de la colección reunida a lo largo de su vida al INBA, lo que habría de convertirse en el acervo del recinto que lleva su nombre.
El acervo total del museo se conforma de más de mil 800 obras, cerca de mil 150 creadas por Cuevas, las cuales son celebradas a través de la exposición, en cuya selección —alrededor de 130 obras— se da cuenta no solo de su proceso creativo, sino además de una de sus facetas menos conocidas: la del coleccionista, en palabras de Javier Vázquez, curador de la muestra. “Desde sus orígenes estuvo pensada para festejar los 25 años del museo, pero con el fallecimiento del maestro se convierte en un homenaje a él como artista plástico, y lo que pretendemos destacar es esa visión que tuvo en algún momento de generar una colección que ahora forma parte del INBA”.
Durante unos ocho meses se trabajó en la selección de la colección del Museo para armar la exposición, en la que no solo se reflejan las diferentes etapas artísticas de Cuevas sino también su faceta como coleccionista: se pueden encontrar obras de Arnaldo Coen, Manuel Felguérez, Gabriel Macotela, Vicente Rojo, Carlos Mérida y Roberto Matta, entre otros.
En la ceremonia de inauguración, Lidia Camacho, directora general del INBA, destacó que su propuesta estética permanecerá viva en su fecundo legado, por lo que se trata del mejor momento para que los colaboradores y amigos de Cuevas se den a la tarea de revisar su acervo “y reflexionar acerca de su trayectoria y su porvenir”.
El acto se convirtió en la celebración de la vida del artista que hizo de lo privado un asunto público, como lo definiera Ximena: una obra que, como sucede con los grandes artistas, siempre ofrece un enigma, y “en cada cuadro está vivo ese enigma, uno que cada persona intenta revelar, intenta develar, y en ese ejercicio la obra está viva”, según Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura de la CdMx, quien al final invitó a pasar a celebrar la vida de Cuevas. “Brindemos porque lo tuvimos, porque lo tenemos y será siempre un habitante del arte mexicano y de la ciudad que tanto amó y que tanto comprendió”.