El Estado: la guerra en sus entrañas
El repunte de la violencia ya pasó del cruce de acusaciones entre los gobiernos federales anterior y actual a, primero, lanzar la responsabilidad a las autoridades estatales y, después, a un ríspido intercambio entre poderes, Ejecutivo y Judicial, pasando siempre por la inacción del Legislativo.
El gobierno actual abrió con el discurso de las reformas en un intento de dejar atrás la ola de ejecuciones legada por el sexenio de Felipe Calderón, pero la realidad lo alcanzó y entonces apuntó a los gobernadores, que con todo y sus culpas, como han podido repelen los señalamientos.
Sin embargo, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México fue más allá, en su condición de líder de la Conferencia Nacional de Gobernadores, y enfiló sus baterías contra el nuevo Sistema de Justicia Penal, con el argumento de que varios delincuentes aprovechan las reglas en vigor para quedar en libertad y volver a lo suyo.
El comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales, le ha hecho segunda en el tema, lo que le ha valido, y también a Mancera, la respuesta inmediata del presidente de la Suprema Corte, Luis María Aguilar, quien sostiene que ellos han hecho su parte en el combate a la inseguridad, “no como otros”, mientras que el ministro José Ramón Cossío puso nombre a los omisos: “policías, peritos, el Ministerio Público”.
Ya el antropólogo francés Claude LéviStrauss cuestionaba la categoría de “salvaje” y decía que de algún modo todos somos caníbales, recreado aquí no con la sangrienta lucha entre criminales, sino entre representantes del Estado, que protagonizan una batalla en lodo en la que resbalan unos y otros al ritmo de los multihomicidios del día, sea en la serranía, sea en una cárcel, sea en una zona urbana.
El ciudadano asiste estupefacto a la representación de la negligencia en unos casos y la imposibilidad de atención por el desbordamiento de la violencia en otros, en muchos momentos con la mirada de la resignación o, peor, de la indiferencia en este teatro de la fatalidad que azota al país.
Hobbes escribió, apoyado en una cita del poeta latino Plauto, que el Estado es necesario porque el hombre es un lobo para el hombre. Pero hoy el Leviatán está ocupado con la guerra en sus entrañas.