Proyecto de salud roba sueño a republicanos
IP, preocupada por el poco avance en favor de los negocios
El plan de reforma sanitaria pone a Trump en riesgo de perder el respaldo de las empresas
La reforma de salud es como el Moby Dick de la política estadunidense, una gran ballena blanca que puede derribar a cualquiera que la asuma.
El ex presidente Barack Obama se la encontró, al igual que Hillary Clinton durante el tiempo que estuvo su esposo en la Casa Blanca.
Los senadores republicanos que regresan esta semana de sus vacaciones por el 4 de julio sin duda deben pensar en eso también, ya que tratan de aprobar una ley de salud que se convirtió en la pieza individual de legislación más impopular en tres décadas.
Deberían dejarla morir, no solo porque 88 por ciento de la población así lo quiere, sino porque la batalla por el proyecto de ley pone en riesgo a los republicanos y a la administración Trump de perder el apoyo de las empresas, que ya empiezan a creer que simplemente no pueden lograr hacer nada. “Es realmente difícil abordar estos dos temas grandes y complicados (las reformas de salud y la fiscal) de manera simultánea”, dice Mark Weinberger, presidente y director ejecutivo de EY Global, quien ocupa un lugar en el consejo de asesores empresariales del presidente. Advierte que a los directores ejecutivos les preocupa lo poco que avanza la agenda del “presidente a favor de los negocios”.
No solo es por las luchas internas entre los diferentes centros de poder en el gobierno de Trump, sino también porque las cuestiones de la reforma de salud y fiscal se entrelazaron inexorablemente, y de forma absurda.
Como todo el mundo fuera de Estados Unidos lo sabe, la forma más rentable y humana de suministrar atención de salud es mediante un sistema nacionalizado que le permita a la gente comprar opciones adicionales en el mercado privado. En EU tenemos lo opuesto. La razón es que a nadie —ni a las personas ni a las empresas ni a la mayoría de los legisladores— les gusta que el proyecto de ley de salud republicano agrega más complicaciones y menos cobertura a un mercado que fundamentalmente está roto y necesita descartarse.
Como muestran las cifras de la OCDE, el gasto de atención de salud de EU es 15.3 por ciento el producto interno bruto, alrededor de 5 puntos porcentuales por encima de Francia, el siguiente país más caro, y con los peores resultados.
Al igual que gran parte de la economía estadunidense, la atención de salud está bifurcada: tenemos programas médicos de conserjería para los ricos e investigación farmacéutica de vanguardia, pero muchas personas no pueden pagar para arreglarse los dientes o tener un bebé sin correr el riesgo de la ruina financiera. Al tener en cuenta que el costo de la atención de salud es la razón número uno para la quiebra personal en Estados Unidos, esta es una gran pérdida neta económicamente.
Los republicanos presionan por un proyecto de ley de salud que exacerbaría esas desigualdades al dejar a más de 23 millones de personas sin seguro.También esperan utilizar el dinero que se genere al revertir el aumento de impuestos del Obamacare para cubrir el costo de sus propios recortes de impuestos. Sorprendentemente, parece que el gobierno todavía cree en el pensamiento mágico de la curva de Laffer, que plantea que los recortes de impuestos siempre aumentan el crecimiento.
Sin embargo, a escala estatal, los políticos conservadores no únicamente renuncian a esa idea, sino que van al lado opuesto. Solo hay que ver a Kansas, un estado republicano que redujo al máximo la tasa marginal más alta de gravámenes y los impuestos corporativos en 2012 y 2013. Desde entonces tuvo un crecimiento más lento y mayores déficits, lo que llevó a importantes recortes en todo, desde la educación hasta la infraestructura y el gasto social, lo que hizo que Kansas fuera un lugar menos atractivo para las empresas en general (la calificación de los bonos del estado se degradó dos veces en el último año).
No solo los miembros republicanos del Congreso aprobaron los incrementos de impuesto para suministrar servicios básicos, sino que Jerry Moran, un senador de Kansas, se convirtió en una traba para las aspiraciones de la reforma de salud de su partido a escala nacional. Él y un número de senadores de estados con poblaciones pobres y rurales argumentan que económica y socialmente está mal revertir la cobertura solo por buscar revocar la legislación insignia de Obama. Tiene razón, y tanto los republicanos como la gente de negocios tienen que pensar cuidadosamente sobre las lecciones aquí.
La elección de Donald Trump derrumbó gran parte de lo que pasaba como sabiduría política en Washington. Pero su elección en parte es el resultado del hecho de que el pensamiento económico conservador de la corriente principal se quedó en el pasado.
Los republicanos y muchos líderes empresariales que apoyan al partido no lograron seguir adelante de las Reagonomics, que postula que el gobierno no puede hacer nada excepto reducir impuestos.
Pero los votantes, con razón, perdieron la fe en este mensaje, ya que no funcionó en los últimos 20 años.