Legislación patria
En diciembre del año 1900 en la ciudad de México se editó el libro Comentarios breves sobre la legislación patria (reimpresión de la Suprema Corte, 2006), obra escrita por cincuenta y cinco abogados, y según reza en la dedicatoria, lo hicieron “en obsequio del Benemérito General de División D. Porfirio Díaz, Presidente de la República”. Los comentarios versan sobre algunas leyes expedidas o modificaciones legales que hizo el Congreso de la Unión entre 1876 y 1900, por la variedad de cuestiones que se analizan podría decirse que se trata de un breve Tratado de derecho mexicano, por más que su fin era rendirle pleitesía al caudillo.
La zalamería de la dedicatoria es pletórica: “Los abogados de la República, que tienen motivos más que otros hombres de ciencia y de trabajo para estimar vuestra labor de regeneración y adelanto social, porque su misión los lleva día a día a estudiar y aplicar vuestras disposiciones corren solícitos a levantar un pequeño monumento que proclame el acierto y la justicia de las leyes dadas bajo vuestra administración. Os ofrecemos señor, este corto libro en el que se comentan no todas esas sabias leyes, que para ello se emplearían numeroso y gruesos volúmenes, sino solamente las que a cada uno de los autores han llamado con preferencia la atención… Para que la obra que hemos proyectado realizar estuviera en proporción con vuestros merecimientos, debiera haber partido de inteligencias más esclarecidas, aunque no de corazones más esforzados, pero os rogamos que os contentéis con lo que nuestro ardiente voluntad ha podido crear, como tributo exiguo de lo que la patria mexicana os debe”.
La bonita lamina de la portada contiene una oración en latín, de ahí que los abogados al extender su abyección afirman: “Os hemos dedicado por este título en la portada de nuestro libro los significativos conceptos del Emperador Justiniano, que os cuadran de maravilla y que traducimos así: La autoridad pública no sólo ha de estar rodeada del brillo de las armas, sino que ha de apoyarse también en leyes sabias, para que el Estado esté bien gobernado, tanto en tiempos de guerra, como en el de la paz, rechazando en los combates las agresiones de sus enemigos y con la justicia y la ley, los ataques de los hombres inicuos, y mostrándose el gobernante tan religioso guardador del derecho, como victorioso y triunfante en los combates”. Eso sí, al final aclaran: “No mezquinos móviles nos inspiran estos conceptos. Nos envanece el amor patrio, cuando vemos que de entre nosotros mismos ha surgido el genio creador de la felicidad de la República, que le ha dado prestigio, respeto y crédito dentro y fuera de su territorio, al ensalzaros y engrandeceros, ensalzamos y encumbramos a la nación”. No solo no se abochornaban sino que se ensalzaban por sus halagos.
Los temas jurídicos “de los tiempos de don Porfirio” que se abordan en este libro versan sobre instituciones de crédito, Ley Minera, propiedad literaria, Ley de Extradición, reglamentación de ferrocarriles, telégrafos y teléfonos, Ley sobre Ocupación y Enajenación de Terrenos Baldíos, Código Sanitario, Ley del Sistema Métrico Decimal, pagarés mercantiles, actos mercantiles, expropiación forzosa, reelección presidencial (tema que analiza el jalisciense Irineo Paz, abuelo de Octavio) , libertad de imprenta, fuerza de las resoluciones judiciales extranjeras en México, Ley sobre Almacenes Generales de Depósito, Ley de Extranjería y Naturalización, zonas marítimas, terrestres y fluviales, y diversas cuestiones de derecho civil, penal y amparo.
Pablo Zayas afirma que la disposición de que las instituciones de crédito se regirían por una ley especial y que sería facultad exclusiva de las autoridades federales autorizar su creación y funcionamiento, impulsó el comercio, la agricultura, la industria y significó un gran adelanto a la nación, ya que se formaron infinidad de compañías y se desarrolló un sistema financiero.
Al comentar la situación del país reconoce: “Lamentable era la situación de México cuando el General Díaz tomó por primera vez las riendas de su gobierno: faltaba por completo el dinero necesario para la vida del pueblo; los ricos lo retenían en sus arcas, sin ponerlo en la circulación en las empresas productivas; reinaba la desconfianza; las relaciones con las naciones europeas rotas… de nada servían los elementos vírgenes de riqueza que México tiene, faltaba el capital para explotarlos y era proverbial la escasez de recursos… sólo la minería estaba protegida, porque se creyó por mucho tiempo que el único producto que México podía exportar a cambio de abarrotes, ropa y quincallería, era el oro y la plata de sus montañas, dejando sólo provecho al corto grupo de mineros… Así que la mayor parte de los habitantes estaban en la miseria”.
A pesar de tanta adulación este libro tiene importancia jurídica.