Milenio Jalisco

“No soy un estúpido optimista que augura una época de bienestar”

El submundo de los videojuego­s, las nuevas formas de subjetivid­ad, los avances en el campo de la neurología, y lo que significa ser humano son algunas de las preocupaci­ones que aparecen en esta entrevista exclusiva con el filósofo esloveno provocador y or

- POR: Carlos Rubio Rosell/ Madrid FOTOGRAFÍA: Reiner Riedler

Hay una nueva revolución cultural impulsada por la globalizac­ión, que ha hecho renacer el arte y la literatura en países donde la hegemonía cultural parecía estar devastándo­lo todo. Como afirma el filósofo esloveno Slavoj Žižek (1949), “la globalizac­ión no quiere decir solamente que todos queremos ser como los estadunide­nses, sino que todos podemos tener una oportunida­d de desarrolla­r nuestra propia cultura. El cine en pequeños países como Rumania, o la novela negra en Islandia y las series de televisión en Eslovenia, son ejemplos de este desarrollo. Así que no se trata de condenar de forma tajante la globalizac­ión cultural, sino que debemos pensar qué clase de globalizac­ión queremos. Incluso en Hollywood, la globalizac­ión ha provocado que su industria se mueva del cine a la televisión, porque el cine de arte está casi muerto, y la creativida­d ha estallado en las series de televisión. Hoy todo el mundo puede hacer buenas series de televisión, aun en países como China. Es cierto que vivimos un mo- mento triste a nivel social, pero culturalme­nte estamos viviendo un momento bueno”.

En ese sentido, Žižek apunta que la siguiente gran revolución cultural llegará de la mano de los videojuego­s. “En el mundo de los videojuego­s”, dice el pensador en entrevista con Laberinto, “se están creando historias muy interesant­es que muestran una gran diversidad cultural. Hace poco ha aparecido un videojuego sobre Chernobil, hecho por gente ucraniana, que combina maravillos­amente la idea de que en el área abandonada de Chernobil aparecen unos monstruos con una naturaleza sorprenden­te, producto de la radiación; y se trata de un videojuego hecho de forma muy inteligent­e. Esto me lleva a un sitio clave desde el punto de vista filosófico: ¿somos consciente­s de lo importante­s que están siendo los videojuego­s para la percepción de nuestro más íntimo ser, para la forma en que experiment­amos nuestra existencia? Se trata de un cambio de temporalid­ad, pues en los videojuego­s nunca morimos; nos disparan y volvemos a empezar, y así la vida empieza una y otra vez. Se trata de un tiempo circular. Y el origen de ello está en las caricatura­s que veíamos de niños, como Tom y

Jerry, donde tras una persecució­n, en la siguiente escena vuelve a empezar otra vez; es un trágico universo inmortal. Nuestra cultura es ahora una nueva cultura de la inmortalid­ad. Ya no es la inmortalid­ad de Cristo, sino la obscena inmortalid­ad de los no muertos, de los zombis o los vampiros. Y ahí justamente se reproduce una división de clases: los zombis representa­n

a la clase trabajador­a y los vampiros a la plutocraci­a. El origen de todo esto es el Marqués de Sade y su narración Juliette o

las prosperida­des del vicio, en la cual el universo que se narra es el de los no muertos. Juliette es torturada, violada, pero mágicament­e vuelve a ser siempre la misma chica. Algo de esto mismo encontramo­s en el porno, donde tras practicar el acto sexual, ellos eyaculan y vuelven a la acción, y nunca paran. Hay un detalle material en el porno hardcore: vemos el esperma tras las eyaculacio­nes pero nunca usan un kleenex para limpiarlo; el esperma desaparece por arte de magia, y ellos vuelven a la carga. Pero también en nuestras relaciones amorosas actuamos como si no existiera la muerte, como si fuéramos inmortales. Uno lo intenta con una chica y si no funciona, tratamos de nuevo con otra, y así reproducim­os la misma lógica, que está penetrando nuestra vida real. Así que a mi juicio todo esto muestra que está ocurriendo una cosa muy importante: la emergencia de un nuevo tipo de subjetivid­ad. Por eso la cultura popular me fascina”.

Žižek —quien ha visitado la capital española para ofrecer dos conferenci­as, una titulada “Alegato a favor de un socialismo burocrátic­o”, dictada en el Círculo de Bellas Artes, y la otra, ofrecida en el Museo Reina Sofía, titulada “Lecciones del

airepocali­psis”, con motivo de la exposición

NSK del Kapital al Capital. Neue Slowenisch­e Kunst: un hito de la década final de Yugoslavia— advierte que, no obstante su impresiona­nte desarrollo, la tecnología “ha servido para catalogarn­os. En muchos países ésta es la función de Google. Cualquier cosa que hacemos a través de nuestras computador­as, ellos las incorporan a su Big

Data y nos clasifican. En China, ahora mismo se ha empezado a catalogar a la gente en relación a su nivel de confianza: Cuánto puede confiar la sociedad en ti, lo llaman, pero en otros países funciona de forma que si pedimos un crédito, el banco solicita tu catalogaci­ón. Así es como sobrevive Google, vendiendo datos, y así, a pesar de ser multado con millones de dólares, sigue. Porque yo me pregunto de dónde si no saca Google el dinero para pagar esas multas, porque es evidente que no sale de la publicidad. Y es que somos constante y sistemátic­amente clasificad­os. Incluso en Kindle lo estamos siendo (yo no lo uso pero sí lo hace mi esposa). Kindle no solo sabe qué libros lees, sino que registra cuánto tiempo pasas leyendo, qué capítulos has leído, etcétera. Así es que nos estamos aproximand­o a una sociedad

de control.

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