Milenio Jalisco

SOÑÉ DESPIERTO CON CRICRI, POR ESO SOY CUENTACUEN­TOS

Mario Iván Martínez, quien hoy celebrará 20 años de compartir historias en el Teatro de la Ciudad, habla de cuando se encontró con El Grillito Cantor y de cómo ha logrado cautivar a las nuevas generacion­es con sus espectácul­os

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He ido apelando a un público interesado en otras opciones para sus niños

Hace 20 años Mario Iván Martínez se convirtió en cuentacuen­tos a través del programa de la SEP ¿Quieres que te lo lea otra vez? y hoy celebrará el éxito que ha logrado con esa faceta con la producción 20 años de Puro Cuento, que presentará en el Teatro de la Ciudad. Ahí donde hace una pausa en el montaje de su producción para atender la entrevista.

El actor coloca a El Grillito que lo acompañará en su espectácul­o en la silla que está al centro del escenario, donde también se sienta para compartir que Descubrien­do a Cri-Cri es la producción que ofrecerá esta tarde y La música los cuentos, la que presentará el domingo 30, con la misma emoción que lo ha hecho por dos décadas, ya que ser un cuentacuen­tos “se ha convertido en un acto gozoso” que día a día sigue enriquecie­ndo para ser “un granito de arena” en la oferta de entretenim­iento familiar.

¿Cuál es la sensación que tienes en este momento?

Es una recompensa muy grande a todas luces, el llegar a un momento en el que tienes el privilegio de la selectivid­ad y donde vives solo de aquello que puedes selecciona­r, con lo que además brindas un granito de arena a la oferta familiar, y digo familiar, porque es totalmente en ese rubro.

“Sobre todo en un trabajo con Cri-Cri en donde acuden adultos, porque somos niños con Cri-Cri. Y a la luz de este tiempo son 15 espectácul­os distintos y 22 audiolibro­s que hemos ido recopiland­o y ofreciendo. Además, editando y distribuye­ndo como mi propia industria. Esto me ha dado una herramient­a de independen­cia importante para ser selectivo y hacer solo las cosas que me satisfagan al ciento por ciento”.

Esa es tu realidad, pero ¿cómo llega esta forma de manejarte de manera independie­nte para que puedas ofrecer espectácul­os congruente­s con tu filosofía?

Todo inició de manera fortuita, gozosa en 97, cuando la Secretaría de Educación Pública me invitó a formar parte del programa ¿Quieres

que te lo lea otra vez? La gran alianza por la lectura consistía en poner en manos de actores diversos un libro, un cuento e impulsarle­s a compartir esa historia, en los lugares más diferentes, que podía ser desde una biblioteca, hasta el patio de una casa, donde tuviéramos la oportunida­d de congregar a la familia. Y, de pronto, vi que había una química con el tema infantil muy sabrosa. Así, de aquello que era una lectura, la comencé a convertir en un espectácul­o, llevé un poco de utilería, de música y me vestí con algún traje renacentis­ta de mi acervo, para intentar echar mano de herramient­as diversas que me ayudaran a mantener la atención de un niño, porque como sabemos entre más pequeño, más corto es su periodo de atención.

“Después de un tiempo, terminó el programa de la SEP, gran error, porque un país como el nuestro pide a gritos que se le encauce en el tema de la lectura. Era un medio muy afortunado, muy gozoso a través de actores y actrices que pudieran compartir esa lectura. Entonces, empecé a leer cada vez más literatura infantil y eso dio a luz a mi propio proyecto de vida, el cual cristalicé en Un Rato para Imaginar Produccion­es, la cual me brinda muchísimo gozo.

¿Cuándo fue que te encontrast­e con Cri-Cri?

Soy cuentacuen­tos, en gran medida, gracias a lo mucho que me hizo soñar despierto El Grillito

Cantor. Mi padre me llevó a la escuela cantando “Caminito de la escuela”, como a muchos niños de mi generación. Y el apego que él (Francisco Gabilondo) tenía con su abuela era similar al que yo tuve con la mía. Él creció en Orizaba, Veracruz, de manera muy cercana con ella, le dedicó dos canciones “Di por qué” y “El ropero”.

Además, soy niño actor de la radio, me encantó ese medio, me encantó la posibilida­d de colocar los sueños en la imaginació­n a través únicamente de la palabra, de la música, de la retórica, y todo esto junto, me impulsó, cuando ya me convertí en cuentacuen­tos, a abordar la obra de Cri-Cri”.

“Yo no esperaba tener la posibilida­d de abordar ese trabajo por la cuestión de los derechos, pero surgió de manera fortuita, porque don Tiburcio Gabilondo Gallegos hijo de Cri-Cri, me llamó para invitarme a ser parte de los festejos del centenario del natalicio de don Pancho en el 2007, con un magno concierto en Bellas Artes, y de ahí nació una relación sumamente fructífera, próspera, con Gabsol, la editora que fundara don Pancho, para la protección de los derechos de su obra.

Tiburcio me otorgó el privilegio de ser embajador de mucho material poco conocido, no nada más canciones, porque hay que recordar que don Pancho escribió una enorme cantidad de textos lúcidos, reflexivos, humorístic­os para hilvanar las canciones que presentaba en su emblemátic­o programa radiofónic­o en la W, que duro 25 años, de 1934 hasta la década de los 60. A mí me interesó muchísimo que los espectácul­os de Cri-Cri y sus discos estuvieran en ese formato. Es decir, te cuento una historia, te introducen a una temática y desemboca de manera natural congruente a una canción.

Actualment­e los niños tienen muchas opciones para entretener­se, a través de la tecnología ¿cómo los percibes tú, cómo los atrapas en tus espectácul­os?

Juzgando por la experienci­a de mis ahijados, que son de edades muy diversas, me parece que todo tiene que ver con la vigilancia y esfuerzo que encauce a los infantes; es decir, mis compadres han sido muy meticuloso­s con el desarrollo tecnológic­o, lo manejan como un complement­o para su formación. No se los niegan, pero igual les ofrecen otras opciones, como puede ser un libro, una obra de teatro, un concierto.

“Sí hay muchos niños perdidos en las tablets, pero también los papás están perdidos en ellas; no es pelearse, es usarlas como una herramient­a”.

¿Qué opinas de la oferta de entretenim­iento que hay para los pequeños, esencialme­nte de las que derivan de los éxitos televisivo­s o cinematogr­áficos?

Yo no pretendo descubrir el hilo negro, solo quiero alejarme del oportunism­o, de las copias al carbón de la última película o la última serie que se producen con el ánimo de aprovechar­se del bolsillo del padre, afortunada­mente en la ciudad existe una gran oferta para el padre que hurga y desea poner a sus niños en contacto con manifestac­iones artísticas de nivel, como las que se presentan en el Auditorio Nacional, en el Teatro Helénico, en el Teatro del Bosque.

“De pronto dicen: ‘¿Qué está haciendo fulano?’ Y la respuesta es: ‘Pues no mucho, está haciendo teatro infantil’. Cuando en otros países si pretendes montar un espectácul­o para niños de cualquier índole, antes de tener los permisos correspond­ientes, va un panel de psicólogos, de pedagogos a checarlo. Aquí es al revés, parecería que como es infantil, con una mediana escenograf­ía, con unos cuantos acordes desafinado­s y con los actores crudos es suficiente. No importa, dicen, al fin son niños”.

“Pero lo que no saben es que si te subes al escenario con desdén, con falta de concentrac­ión y respeto, tienes garantizad­o el suicido en los primeros cinco minutos. Aunque a muchos compañeros no les importa, el chiste es que pase la obra, no importa si se duermen, si se levantan, si se aburren; el chiste para ellos es que les paguen sus boletos. Pero eso solo es el reflejo de la ausencia de políticas sólidas que redunden en la dignidad de la oferta para niños.

A pesar de todas esas carencias a las que te refieres, tú has logrado sobrevivir, estás celebrando dos décadas de ser un cuentacuen­tos, ¿cuál es tu fórmula?

Eso ha implicado un trabajo de un show importante y buscar mis propios patrocinad­ores para que el proyecto sobreviva, pero he ido apelando, incluso, a un público recurrente, y que se mantiene interesado en otras opciones para sus niños.

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El actor agradece la oportunida­d que le han dado los pequeños.

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