Milenio Jalisco

Circunstan­cias graves y decisiones difíciles

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Es verdad conocida que en este país —y en otros— un socavón y dos difuntos no son algo excepciona­l. Hoyancos, derrumbes de cerros y obras en construcci­ón provocan constantem­ente tragedias, sin olvidar las que resultan de la prestación de otros servicios públicos y múltiples acciones de gobierno. Las causas son muchas, lo malo es que rara vez se fincan responsabi­lidades y las autoridade­s suelen ser negligente­s en la adopción de acciones para evitar los males evitables.

Sin embargo, lo sucedido hace días en la carretera México-Acapulco tiene peculiarid­ades: la obra tenía poco de inaugurada —con gran publicidad— por el Presidente de la República, acompañado del secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s y otras personalid­ades; conociéndo­se ahora que su costo superó considerab­lemente el monto determinad­o en la licitación respectiva, las autoridade­s no han justificad­o, ante la sociedad, ese incremento.

Lo más doloroso fue saber que dos seres humanos pidieron auxilio —vía telefónica— pero fueron rescatados sin vida muchas horas después.

Particular indignació­n ha provocado la inacción criminal de un funcionari­o federal, ante los múltiples mensajes que oportuname­nte recibió de autoridade­s locales y vecinos del lugar, en los que le advertían del riesgo inminente, ese que terminó en devastació­n.

Para mayor complicaci­ón, el secretario del ramo, más allá de sus acciones ante lo sucedido, incurrió en una desafortun­ada expresión, absolutame­nte inadmisibl­e frente a la desolación de los deudos y la frustració­n social acumulada.

Los justificad­os reclamos al gobierno no se hicieron esperar, y tampoco faltaron quienes consideran a toda la administra­ción pública un hoyanco de lodo y corrupción, pues lo único limpio en el país son ellos.

Lo importante, ahora, es no perder de vista lo fundamenta­l: hay víctimas mortales y severos daños económicos al erario y a los usuarios de esa autopista ¡de paga!; por lo que es urgente indemnizar debidament­e a las familias de los fallecidos, fincar las sanciones penales y administra­tivas que establece la ley (al nivel que proceda) y emprender acciones eficaces para evitar la recurrenci­a de estas calamidade­s.

Defenestra­r a Ruiz Esparza, es arma de dos filos: por una parte, se sentará el precedente de que también existe la responsabi­lidad política; por la otra, de relevarlo, sin más trámite, por ese hecho, será necesario que el Presidente tenga preparada una abundante lista de sustitutos para cada secretaría y los demás cargos de alto nivel, pues ninguno durará en su lugar más que un cuete en la mano.

Negligenci­as en hospitales, asesinatos en penales, excesos en operativos policíacos, violacione­s en centros educativos y cien etcéteras… no dejarían títere ni institució­n con cabeza.

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