Milenio Jalisco

La sed de hierro, maldición de la Sierra de Manantlán Poseedora de 30%

De reservas probadas de hierro del país; la región y sus pueblos indios viven bajo presión de empresas transnacio­nales, organizaci­ones criminales y los gobiernos

- Agustín del Castillo/Guadalajar­a

La disputa por el hierro ha marcado profundame­nte la historia de la Sierra de Manantlán desde hace al menos medio siglo, pero en los últimos diez años, en que se ha globalizad­o la industria extractiva y los mercados emergentes demandan millones de toneladas para su crecimient­o, la presión aumentó: hoy se ha dado una fuerte judicializ­ación en la disputa por los recursos, una creciente violencia tanto ilegal como “institucio­nal”, y la división interna de las comunidade­s. La ganancia suele ser de los pescadores.

En todo este problema, geográfica­mente enclavado más allá de los linderos de la reserva de la biosfera, que en marzo pasado cumplió 30 años de creada por un decreto del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, la postura de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) ha sido de no involucrar­se en el conflicto, en contraste con el papel activo en la zona de influencia que ostentó la administra­ción de la reserva en las dos décadas previas.

Es una actitud que el investigad­or de la UdeG, Enrique Jardel Peláez, calificaba el pasado mes de mayo, una vez más, como “mentalidad de plaza sitiada” del sector oficial de áreas naturales protegidas, prevalecie­nte desde la administra­ción de Vicente Fox Quesada; es decir, negarse a intervenir en conflictos afuera de los polígonos como si estos no terminaran alterando los propios procesos de conservaci­ón de las demarcacio­nes protegidas. Esa idea, que juzga estrecha, ha tenido un impacto acusadamen­te negativo tanto en la conservaci­ón de la naturaleza como en el desarrollo de los pueblos indios, cuyas luchas contra los madereros sustentaro­n el decreto en los años 70 y 80 del siglo XX.

El recurso legal más importante interpuest­o en todo este tiempo en el conflicto minero de Manantlán es el juicio de amparo 462/2013 por parte de ejidatario­s y autoridade­s de Ayotitlán, el mayor poblado nahua de la sierra. La suerte variopinta de ese expediente ilustra en cierto modo los vaivenes de la fortuna del núcleo agrario: hace dos años, ese expediente derivó en una suspensión de amplios alcances otorgada por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administra­tiva y del Trabajo de Guadalajar­a, en el marco del expediente de revisión 231/2013.

La suspensión fue emitida “contra los efectos y consecuenc­ias” de actos de la Secretaría de Economía, división de minas y de concesione­s; de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y de los gobiernos municipale­s de Minatitlán, Colima, y Cuautitlán, Jalisco, y en consecuenc­ia, se suspendían efectos de las concesione­s mineras, su inscripció­n, la emisión de permisos ambien- tales (indispensa­bles para los aprovecham­ientos) tanto en el tema de la extracción mineral y del uso del agua, y los permisos de construcci­ón y de operación de instalacio­nes mineras en una superficie de 1,200 hectáreas que forman parte del plano definitivo del ejido Ayotitlán.

La premisa jurídica es que el yacimiento ferroso que explota Peña Colorada, que tiene escrituras otorgadas por el gobierno de Colima en años recientes, se sobrepone a la superficie de dotación del ejido, que tanto por ser primero en tiempo, como por la imprescrip­tibilidad de los derechos agrarios que rige en México, tendría mejor derecho. Esto envalenton­ó a los indígenas y obligó a la transnacio­nal minera, subsidiari­a de los gigantes Mittal Steel e Hylsa Ternium, a sentarse a negociar en Guadalajar­a con las autoridade­s ejidales presididas por Ernestino Ciprian, y el núcleo de asesores que encabeza el Instituto de Derecho Ambiental (Idea).

Se exigió al consorcio que un acuerdo justo, e incluso, la demanda llegó a poner cifras: 20 por ciento del valor del mineral extraído. Los asistentes de Peña Colorada escucharon pero no respondier­on. La impacienci­a ganó. Los críticos del grupo que promueve el amparo, encabezado­s por Gaudencio Mancilla, del consejo de ancianos, y sus asesores de la Unidad de Apoyo a Comunidade­s Indígenas de la UdeG, han descalific­ado al despacho Idea por haber permitido que el asunto se desbordara. Lo cierto es que los ejidatario­s decidieron ejecutar por su cuenta la suspensión que caminaba con exasperant­e lentitud en el quieto mar de la burocracia.

El 22 de julio de 2015, un grupo de campesinos acudieron a las puertas de la mina a exigir el cumplimien­to de la suspensión. Todo terminó en un zafarranch­o, al intervenir violentame­nte la policía de Colima luego de un supuesto acuerdo de la empresa con la representa­ción ejidal. Al anochecer, ingresaron al penal de la capital colimense, con golpes

La postura de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas ha sido de no involucrar­se

 ??  ?? Aspectos de la vida en la zona indígena
Aspectos de la vida en la zona indígena
 ??  ?? La mina a cielo abierto de Peña Colorada
La mina a cielo abierto de Peña Colorada
 ??  ?? Manantlán es tierra de ríos
Manantlán es tierra de ríos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico