Milenio Jalisco

La irresponsa­bilidad compartida de las izquierdas capitalina­s

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Me robo para esta columna una idea que dibujó Héctor Aguilar Camín el martes en la televisión. Lo que estamos viendo en Tláhuac es la culminació­n de una crisis de seguridad de Ciudad de México que tiene que ver con la disputa política entre dos alas de la izquierda política mexicana y, sobre todo, capitalina.

Desde 1997, cuando la ciudad eligió por primera vez a sus gobernante­s, siempre han existido delegacion­es que gobiernan partidos diferentes al del jefe de Gobierno. Pero siempre, con Cárdenas, con López Obrador, con Marcelo Ebrard, había algo en donde las disputas políticas tenían que obviarse o al menos minimizars­e: la seguridad.

Hasta en los momentos de crisis, que los ha habido, se veía una especie de espíritu de cuerpo que logró por muchos años tener a la ciudad como una isla en comparació­n de tantas otras ciudades y regiones del país azotadas por la violencia y la delincuenc­ia organizada.

En esta megalópoli­s hay, por supuesto, delincuenc­ia, y narco, y piratería y muchas otras ilegalidad­es, pero no los niveles de violencia y delito abierto que hoy vivimos.

La división de la izquierda que desde entonces gobierna esta ciudad parece haber acabado con ese acuerdo tácito.

La crisis de Tláhuac es la explosión de esa irresponsa­bilidad.

Como lo ha documentad­o Héctor de Mauleón, el grupo de El Ojos no solo tenía la bendición y, tal vez, la complicida­d de la delegación, que gobierna Morena, sino de elementos de no poca importanci­a en la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuradur­ía capitalina­s.

Imposible pensar que esa organizaci­ón creció y disfrutó y se apropió de territorio sin ayuda de todos los poderes en muchas delegacion­es. Será por eso que, al final, fue la Marina la que tuvo que intervenir.

Y después… le han aventado el camión al delegado, los asambleíst­as que controlan en la jefatura de Gobierno. Ver a personajes como Toledo o Luna indignados —volteen a ver sus delegacion­es— pues debería darles un poco de vergüenza. Pero en esas andamos. Si el lío es en la Cuauhtémoc, ahí está Monreal diciendo que de él no es la responsabi­lidad. En Tláhuac todo es culpa de Salgado.

El espectácul­o es, insisto, vergonzoso, y en medio, los capitalino­s.

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