Milenio Jalisco

Tláhuac. Familia y poder

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

La familia Salgado es una familia política en toda la extensión de la palabra.

Según la nota de Denisse Mendoza en el diario Crónica (29/7/2017), todos los hermanos hacen política.

Josefina es subdirecto­ra de Planeación Turística en la vecina delegación de Xochimilco.

Rosalba manejó hace un año la elección del “pueblo originario” de Santiago Zapotitlán. Fue acusada de “amedrentar, agredir y amenazar a la comisión organizado­ra del proceso”. Quería imponer en el cargo a Valentín Aguirre Magaña, cercano a su hermano Rigoberto, el delegado.

Raúl Salgado es también ‘operador electoral’: “En la pasada elección del Estado de México realizó trabajo político para Morena en Nezahualcó­yotl e Ixtapaluca”.

“Rosendo fue nombrado delegado estatal de Morena en Durango, pero fue destituido acusado de hostigamie­nto sexual por una candidata”.

El jefe de la familia y delegado de Tláhuac, Rigoberto Salgado, ha cruzado al menos una vez la delgada frontera del delito y el poder.

En el año 2004, refiere Héctor de Mauleón, en una de sus imprescind­ibles columnas sobre la trama de Tláhuac, “la delegación era sacudida por repetidos escándalos de corrupción”.

El ex delegado Francisco Martínez Rojo, estaba prófugo, lo acusaban de un fraude por 29 millones en la compra simulada de materiales de construcci­ón. También de “haber realizado negocios turbios con el empresario Carlos Ahumada”.

A esta acusación se sumó la de Enrique Medrano, el propietari­o de una gasera, según el cual Martínez Rojo le había exigido un millón de pesos para no cerrarle su negocio. Sigue De Mauleón: “Medrano denunció a varios miembros del equipo de Martínez Rojo por extorsión. Según él, en cuanto hizo esta denuncia fue amenazado de muerte por parte de uno de los integrante­s del equipo: Rigoberto Salgado”. http://eluni.mx/2wbCHI0.

La gran cohabitaci­ón con el delito de Salgado es la de sus años como delegado, durante los cuales Tláhuac se volvió la cabeza de playa de una red criminal que está hoy en siete delegacion­es de la ciudad.

Bajo los ojos de Rigoberto Salgado floreció la cadena delincuenc­ial de Felipe Luna Pérez, El Ojos. El Ojos mató, extorsionó, secuestró, se hizo dueño de las calles y del crimen en Tláhuac.

El gobierno de Salgado sostiene que no lo vio.

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