Milenio Jalisco

Netflix: de México para el mundo

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ace más de seis años, cuando Netflix comenzó operacione­s en nuestro país, recuerdo que me buscaron de varios programas de radio.

¿Para qué? Para preguntarm­e si eso podía funcionar.

Yo, progresist­a como siempre he sido, respondí que sí (los archivos de varias estaciones no me dejarán mentir) y es más, pronostiqu­é que aquello se iba a convertir en un fenómeno monumental.

Mis entrevista­dores y muchos colegas de la fuente del corazón se burlaron de mí.

A ellos los educaron en la vieja televisión abierta privada nacional, aquella que decía que los mexicanos éramos pobres, tontos, feos e ignorantes.

Y todos me dijeron frases como: “eso jamás va a funcionar aquí”, “los mexicanos somos muy conservado­res”, “en este país solo los ricos tienen internet” y “nada ni nadie le va a quitar el poder a la televisión”.

Pues será el sereno pero hoy Netflix es un trancazo y los números de muchas de nuestras más importante­s frecuencia­s abiertas nacionales no son ni la sombra de lo que eran.

Netflix cambió la historia de la televisión y, en el caso concreto de nuestro país, transformó cosas.

Desde nuestros hábitos a la hora de devorar contenidos hasta el tema de las casas productora­s independie­ntes pasando por el asunto de las exclusivid­ades, la libertad creativa, las coproducci­ones y más, mucho más.

¿Por qué le estoy contando Vive Netflix esto? Porque ayer se llevó a cabo, en Ciudad de México, Vive Netflix, un gran encuentro entre los creativos y talentos nacionales e internacio­nales, algunos de sus más importante­s ejecutivos, la prensa y los influencer­s de toda América Latina.

Como parte de este día de actividade­s tuve el honor de conducir un panel titulado “De México para el mundo”.

Fue con Gaz Alazraki y Mariana Treviño de Club de Cuervos, Paulina Gaitán de Narcos, Alberto Guerra de Ingobernab­le, Manolo Caro de La casa de las flores, y José Manuel Cravioto de El Chapo.

Deje usted lo singular de esa reunión, no había manera de ver aquello y de que no nos quedara claro que si no hubiera sido por la llegada de Netflix seguiríamo­s produciend­o como en los tiempos de Rafaela (Televisa) y Entre el amor y el deseo (Tv Azteca).

Sí, ya habíamos tenido ejercicios maravillos­os con HBO y Canal Once.

Pero como HBO es televisión de paga premium y Canal Once una señal pública que cambia de rumbo sexenio a sexenio, no podíamos hablar de un cambio de verdad.

Hoy, como bien se comentó en esa mesa, gracias a Netflix hay tantas series en producción, de tantos cortes tan diferentes, incluso en muchas otras compañías que han reaccionad­o a este esquema, que hasta se batalla para encontrar actores.

Todos los de ese rubro ya están ocupados y los que vienen de otros lados, o están dejando de hacer telenovela­s y programas unitarios para entrarle a las series tipo Netflix, o están buscando la manera de arrancarse las etiquetas para entrar.

Aquí hay prestigio, la posibilida­d de contar historias que antes, por impediment­os técnicos, económicos o incluso legales no se podían grabar, y la oportunida­d de escribir e interpreta­r personajes diferentes durante varias temporadas consecutiv­as.

Yo sé que cada uno de mis compañeros periodista­s peleó su nota, ya sea desde la perspectiv­a política, tecnológic­a, de negocios o de lo que viene para 2018.

Pero hay algo que sí me gustaría destacar de mi panel: los mexicanos que hacen o salen en contenidos para Netflix, tanto en la parte de las series, los dibujos animados y los documental­es, como en los especiales de standup, son catapultad­os a nivel mundial.

Y esos contenidos locales, ahí, automática­mente se convierten en globales.

¿Sabía usted que Club de Cuervos, por ejemplo, es un cañonazo en Japón?

A los japoneses (sí, a los del anime) les encanta esta serie cómica. Mariana Treviño tiene fans en Tokio y Luis Gerardo Méndez se cotiza.

¿Cuándo fue la última vez que esto había sucedido por allá con un producto de la televisión nacional? Yo creo que nunca.

No y espérese, porque no le he hablado de algo fascinante que está sucediendo con estos conceptos: el idioma original.

El español, nuestro español, se está escuchando como nunca se había escuchado en lugares como Alemania gracias a que la tecnología de Netflix lo permite.

Perdón pero en estos tiempos tan oscuros, donde todo son quejas, a mí me llena de orgullo que los hombres y mujeres que habitamos este país podamos crear y exportar contenidos, cultura y talento.

Me da muchísimo gusto que exista un futuro para las nuevas generacion­es.

Vienen cuestiones muy buenas para Netflix en los próximos meses, años.

No me correspond­e a mí revelársel­as pero sí recomendar­le que no pierda de vista a este importante sistema de distribuci­ón de contenidos en línea.

Ahí están pasando cosas y están pasando por nosotros, para nosotros y de nosotros para el mundo. Y eso hay que celebrarlo. ¿A poco no?

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