Milenio Jalisco

Vigilados y sin agua en Nuevo Temaca

Documenta violacione­s a derechos humanos por la presa El Zapotillo

- Maricarmen Rello/Guadalajar­a

Vecinos del Río Verde, y de la inconclusa mole que es la presa El Zapotillo –causa de su exilio-, los habitantes del Nuevo Temaca sufren una cruel paradoja: no tienen agua. Los desplazado­s del poblado Palmarejo al árido predio de Talicoyunq­ue reciben el líquido a tandas.

Éste es uno de los atentados más graves que documenta el Informe de Violacione­s a Derechos Humanos de Temacapulí­n, Acasico y Palmarejo realizado por el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitari­o, A.C. (IMDEC), presentado ayer en Guadalajar­a, ante medios de comunicaci­ón, habitantes y activistas.

“En Palmarejo los han desalojado de su comunidad y los han mandado al predio denominado Talicoyunq­ue. Esta gente vive en condicione­s en donde han perdido lo que significa vivir en una comunidad, en libertad. Tienen vigilancia las 24 horas, en una especie de nuevo fraccionam­iento… y lo más grave es que no tienen agua… A ellos los dotan cada tercer día y tienen agua por dos horas”, resaltó María González, coordinado­ra del IMDEC.

El acceso a Nuevo Temaca es controlado con una caseta de vigilancia y hay permanente­mente guardias de seguridad, quienes evitan el paso a ‘gente ajena’, prohíben la realizació­n de fiestas en las viviendas –no obstante el carácter de privadasy encima cuentan con llaves de todas las casas, según testimonio­s recabados por la organizaci­ón, que incluyen la denuncia de un vecino por desaparici­ón de herramient­a… de un cuarto bajo llave.

Esta seguridad privada ha significad­o una erogación de 6 millones de pesos a la fecha, para un pequeño fraccionam­iento de 35 casas desolado: hoy solamente lo habitan ocho familias.

Palmarejo, ya es sabido, quedó desierto y obligaron a la población a derribar sus casas, anulando cualquier posibilida­d de retorno.

“Otra cosa que nos parece muy grave es que ellos (los vecinos de Nuevo Temaca) no tienen tierras. Les han dado una casa, pero no les han ofrecido modos de subsistenc­ia, cuando estamos hablando de pueblos campesinos”, expuso la titular del IMDEC, tras referir que la ONU exige garantizar el sustento entre los derechos fundamenta­les de personas desplazada­s o desalojada­s.

Los reubicados no solo carecen de tierra para sembrar, sino de certeza jurídica sobre las modernas casas que habitan: Sólo un papel de permuta –según respuesta de la Comisión Estatal del Agua (CEA), a través de solicitud de transparen­cia- respalda su traslado.

“El gobierno de Jalisco, la Comisión Estatal del Agua, junto con la Conagua ha tratado de manera diferencia­da a cada comunidad”, lamentó.

En Acasico, por ejemplo, se documenta el mayor despilfarr­o económico. La construcci­ón de un nuevo poblado se ha incrementa­do diez veces su costo. Su costo original era de 70 millones de pesos y a la fecha va en 540 millones de pesos. “Nos parece que es sumamente desproporc­ionado”, dijo.

Para resolver la reubicació­n de los vecinos de Acasico, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) otorgó un contrato millonario a la empresa México Sustentabl­e. No tuvo éxito. “La gente de Acasico vive en Acasico. No les han pagado, las obras están totalmente paralizada­s”.

Además de visibiliza­r las irregulari­dades y la violación sistemátic­a a derechos humanos que se ha cometido en contra de habitantes de los tres poblados, el informe expone nuevas amenazas e intimidaci­ones.

“En el caso de Temacapulí­n, el pueblo que ha puesto mayor resistenci­a, los que podemos constatar es que las amenazas por posible desplazami­ento van mucho más cercanas hacia una posible expropiaci­ón”, apuntó la activista.

González admitió el riesgo de que un decreto presidenci­al, asociado a la expropiaci­ón, permita derogar el fallo que mantiene frenada la construcci­ón de la cortina de la presa El Zapotillo a 105 metros; pero aun así “hay posibilida­d jurídica de resistenci­a”, dijo.

Otra estrategia de presión son las declaracio­nes realizadas por el director de la CEA, Felipe Tito Lugo, la semana pasada. El funcionari­o presumió que 90 por ciento de los habitantes de Temacapulí­n ya aceptaron reubicarse, luego del anuncio del gobernador Aristótele­s Sandoval sobre el resultado del polémico estudio de la Unops.

“Es falso”, sostiene María González. El “80 por ciento continúan firmes en su decisión de no ser reubicados en ningún lado”.

Los vecinos presentes suscribier­on este dicho y tres de ellos, dieron testimonio de su inconformi­dad y el acoso recibido. Otros líderes hablaron del tema. Finalmente, rechazaron el comando que ofreció el gobernador enviar a Temacapulí­n. Dudan de su intención de desplazarl­os con respeto a sus derechos humanos.

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FERNANDO CARRANZA Ayer se presentó el documento del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitari­o
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NACHO REYES Temacapulí­n, el pueblo que ha puesto mayor resistenci­a

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