Los presidentes Peña y Trump
México está obligado a apostar a la negociación. Los provocadores desplantes del presidente estadunidense deben verse con reserva, no ignorarse, pero tampoco caer en el juego de la demagogia al que aquél es tan propenso
Nos ganan en comercio y nos ganan en la frontera, y nos matan con drogas: Donald Trump
Sin duda, resulta bastante revelador el diálogo que sostuvieron los presidentes de México y de Estados Unidos el pasado 27 de enero. Las cosas de entonces a la fecha han cambiado de manera dramática para el presidente Trump. Seguramente su postura respecto al muro, comercio o drogas debe ajustarse a la nueva circunstancia que vive su administración. Un diálogo entre presidentes es confidencial y es un tema de confianza básica mantenerlo en reserva. Sin embargo, aunque reprobable, resulta una especie de suerte para México que se haya dado a conocer.
El presidente Trump padece dificultades serias en los pocos meses de su presidencia, por la falta de oficio y por su propio carácter y estructura moral. La opinión pública estadunidense le ha externado serias advertencias sobre la desconfianza que genera su actuación en casi todos los rubros, lo mismo en temas domésticos que en asuntos internacionales, como el de la llamada con Peña. México tiene muchos problemas y es necesario hacer de la relación bilateral con el vecino, que resulta ser el país más poderoso del mundo, un lazo virtuoso y para el bien de ambos pueblos.
De siempre la relación entre ambas naciones ha sido difícil. La situación no es sencilla por diferencias fundamentales y porque hay problemas que parecieran de competencia de uno, que en algún sentido son en realidad temas compartidos. El presidente Trump ganó con una propuesta electoral plena de falacias de las que ahora mismo él es rehén. En materia migratoria, comercio o seguridad, nada de lo que dice es aplicable o veraz. Es una persona a la que el peso del prejuicio en casi todos los temas que requieren apertura y modernidad le impide actuar con acierto.
México está obligado a apostar a la negociación. Los provocadores desplantes del presidente Trump deben verse con reserva, no ignorarse, pero tampoco caer en el juego de la demagogia al que aquél es tan propenso. El gobierno federal y los locales, las agencias y los departamentos, así como el Congreso del país vecino, están integrados por oficiales y políticos de gran experiencia y rigor profesional. Las debilidades del presidente comprometen al conjunto, pero el conjunto es el que procesa los acuerdos y el entendimiento, de manera tal que hay que actuar en todos los frentes de la relación. Partir de que se deben modificar los instrumentos y los términos de la relación, porque la nueva realidad del mundo y de los países lo demanda, pero hacerlo con visión y en función de los intereses de corto y mediano plazo de ambas naciones.
A diferencia de EU, la situación de México ha mejorado en los últimos seis meses. La incertidumbre y el pesimismo se han disipado; la confianza en el país se acredita con el tipo de cambio y los montos de inversión. México crece a un ritmo mayor al de mucho tiempo. Aunque los problemas de inseguridad persisten y hay mucho por hacer en materia social y económica, en el país se registra un proceso de mayor confianza y optimismo sobre el futuro.
La primera aduana que tendremos que librar en la construcción de esta nueva relación bilateral es la negociación comercial entre ambos países. El presidente Trump tiene una idea falsa de los resultados logrados por los negociadores estadunidenses del TLC. Así es porque él pone el acento en la balanza comercial y el déficit respecto a México. No entiende las razones de tal situación, cree que esto es la causa de la pérdida de empleo en EU. Por cierto, la solución anunciada en el diálogo entre presidentes de imponer arancel fronterizo no se ha aplicado precisamente porque sería un desastre para el comercio y para la misma economía estadunidense. Tampoco entiende Trump que las empresas multinacionales, particularmente las de EU, se han beneficiado de la apertura comercial.
México está preparado para negociar un buen acuerdo comercial. Hay muchos temas que deben incorporarse y que plantean una gran oportunidad para ambas naciones. Además, el tiempo ha dado espacio para preparar al país y su economía para escenarios críticos o adversos. Es deseable el acuerdo en términos de justicia y equidad. La negociación tiene lugar en momentos complicados del calendario político nacional, pero los intereses del país van más allá del partido, presidente o Congreso que gobierne.
El tema del muro, de la mayor importancia para Trump al inicio de su gobierno, ha pasado a un plano de menor interés. Su costo, eficacia e impacto ambiental han significado que deje de estar en el centro de la agenda. Hizo bien el presidente de México en dejar en claro el pago como una postura inamovible del país. También que los acuerdos transiten, independientemente de la diferencia que existe al respecto.
México debe entender que la inmigración masiva a EU es un problema social de la mayor seriedad. Es lamentable que ocurra por la falta de oportunidades, y que obligue a muchos jóvenes a abandonar sus familias y su tierra en condiciones de incertidumbre extrema. Es menester dar respuesta estructural a este problema. Por ello el crecimiento económico con una perspectiva de equidad regional debe estar en el centro de la mesa. Hay que trabajar mucho más para que los connacionales no tengan que salir de su país. Esto no significa declinar en la exigencia del respeto a los derechos legales y humanos de los migrantes legales o indocumentados.
La seguridad es otro de los temas que se debe abordar con cuidado. Tiene dos expresiones, una fundamental para EU, que es la seguridad hemisférica, que reviste un carácter crítico especialmente por la amenaza del terrorismo, asunto que no debe verse con desdén o poco probable. La frontera mexicana debe mantenerse segura y la cooperación debe ser del más alto nivel para contener esta seria preocupación. El otro aspecto se refiere a la seguridad relacionada al tráfico de drogas y crimen organizado. También aquí la colaboración y el acuerdo deben ser del más alto nivel y eficacia, bajo la tesis de que cada gobierno es el que debe hacerse responsable operativamente de lo que acontece en su territorio. De modo que los retos son muchos, pero el escenario de hoy indica que México puede salir fortalecido de las negociaciones.
El líder de EU es una persona a la que el prejuicio en casi todos los temas le impide actuar con acierto