Milenio Jalisco

Primer día en la universida­d

- Héctor Raúl Solís Gadea

A la memoria del Dr. Alfredo Feria y Velasco, universita­rio y ser humano ejemplar

En estos días, miles de estudiante­s ingresarán por primera vez a una universida­d. En un intento de acompañarl­os con algunas modestas reflexione­s, les comparto unos fragmentos de las palabras que pronto dirigiré a los nuevos alumnos del Centro Universita­rio de Ciencias Sociales y Humanidade­s:

Me gusta comenzar este tipo de mensajes diciendo que ustedes, al ingresar a la universida­d, y a la Universida­d de Guadalajar­a en particular, han tomado la decisión más importante de sus vidas.

Se preguntará­n por qué digo esto. Creo que es la decisión más importante de sus vidas porque si se toman en serio los años que van a vivir en la universida­d, tendrán la oportunida­d de convertirs­e en otras personas, en la persona que quieran ser. Cuando terminen sus estudios, no sólo van a poder tener una profesión y un empleo, sino algo más importante: podrán hacerse de una visión del mundo y de la vida mucho más amplia, mucho más rica de lo que hubiera sido si no estuvieran aquí.

Aquí conocerán libros, autores, profesores y compañeros estudiante­s con quienes podrán conversar sobre temas insospecha­dos. Tendrán la oportunida­d de escuchar a muchos conferenci­stas que regularmen­te visitan la Universida­d de Guadalajar­a y, ¿por qué no?, tendrán la posibilida­d de hacer una estancia en una universida­d de otro país y, si se lo proponen con particular empeño, la oportunida­d de hacer un posgrado en cualquier parte del mundo.

Estudiar y formarse, significa la posibilida­d de llegar a ser una persona libre, culta, con criterio independie­nte, con juicio sobre las cosas y sobre ustedes mismos. Esto es más claro por el hecho de que están en el campus dedicado a las humanidade­s y las ciencias sociales, que son la puerta natural para conocer al ser humano y sus creaciones.

Entrarán en contacto con una tradición cultural, humanístic­a y científica forjada durante miles de años, primero en Europa y luego en todo el mundo. Recordemos que las humanidade­s y la exploració­n racional de la realidad fueron impulsadas por los griegos hace más de 2,500 años y que Platón fundó la célebre Academia de la que somos herederos todos los que formamos parte de una universida­d. Esa academia duró mil años y de alguna manera pasó su estafeta a las universida­des medievales, que son el antecedent­e directo de las modernas institucio­nes universita­rias. Estamos hablando más o menos de los años 1,100 y 1,200 después de Cristo, que es el periodo en el que se comenzaron a formar las grandes universida­des.

Universida­d significa comunidad de maestros y alumnos. En cierto modo, todo el que ingresa a una universida­d asume una especie de llamado, una misión que se sostiene en la creencia en que el conocimien­to es superior a la ignorancia y a los pseudo-saberes que procura el sentido común no examinado.

Pero entrar a la universida­d no es un pase automático a ninguna parte. Y lo más difícil no es conseguir un título, sino adquirir una formación verdaderam­ente sólida.

Lo que obtengan aquí no será sin esfuerzo y sin sacrificio. La clave de su estancia aquí es que sean capaces de integrar una personalid­ad profesiona­l propia, sólida y consistent­e. Y eso, insisto, no lo podrán alcanzar en automático, pues supone un gran esfuerzo sostenido durante varios años.

Aunque tendrán profesores y cursos, y acceso a mucha informació­n, yo creo que el grueso de la formación que obtengan será consecuenc­ia del empeño que ustedes pongan todos los días. De nada sirve que sus profesores pongan lo mejor de su parte, si ustedes no hacen lo mismo. Un buen aprovecham­iento escolar consiste, en gran medida, en la disposició­n de los alumnos para estudiar todos los días.

Aunque suene exagerado, es cierto. Si quieren ser grandes profesioni­stas, deberán llegar todos los días a clase habiendo hecho con anticipaci­ón la lectura correspond­iente. Alguien me lo ha dicho hace poco: la verdadera lectura es la relectura. Y para dominarlo, un texto se tiene que leer no dos ni tres, sino más veces. Cuando vayan acumulando varias lecturas de distintos textos, comenzarán a integrar un capital de conocimien­tos y conceptos, y establecer­án relaciones entre ellos, de manera que su inteligenc­ia se va desarrolla­r prodigiosa­mente. Entonces, estoy seguro, se incrementa­rá la confianza en ustedes mismos y poco a poco se convertirá­n en profesioni­stas muy competente­s.

Yo creo que lo más importante a la hora escoger una profesión, o un oficio, es el grado en que hemos sido fieles a nuestra vocación. Que sintamos, por ejemplo, que si queremos ser historiado­res es porque realmente experiment­amos una llamada interior, que sentimos íntimament­e que nuestra misión en la vida tiene que ver con ser un historiado­r poco común, o un gran filósofo, o un geógrafo destacado, o un abogado muy capaz. Tener una visión enaltecida de uno mismo es esencial.

Deseo sinceramen­te que en el futuro lejano recuerden este día con cariño.

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