Sheinbaum: el anticipo
Las candidaturas a gobernar entidades federativas, además del cálculo incluido sobre su mayor o menor rentabilidad electoral, dan cuenta, también, de una particular preferencia de la dirigencia o del liderazgo del partido respecto del perfil y el estilo de gobierno que ese candidato habría de desplegar en el caso de ganar la contienda. Hasta ahora, esos perfiles decididos por López Obrador no han sido precisamente los más afortunados. Está el caso del matrimonio Abarca, cuando López Obrador todavía era perredista y el desenlace trágico de los 43 desaparecidos; está Delfina Gómez, quien retenía el sueldo de sus trabajadores para fondear la “causa”. Sigue pendiente la explicación, si es que la hay, de la conducta de la elegida por su dedito Eva Cadena. Más escabroso aún, casi tanto como el del matrimonio Abarca, es el presunto narcodelegado en Tláhuac, incondicional de AMLO desde hace mucho tiempo. Rodearse de cierta normalidad burocrático-administrativa no se le da, sin remontarnos a la época en la que su secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, tuvo que ser removido por su omisión homicida en el incidente del linchamiento de dos agentes policiacos.
Reincide. AMLO eligió candidata a Claudia Sheinbaum. Tal vez con su designación algunos empresarios nacionales y extranjeros tengan razón. Con López Obrador puede haber arreglo. Así lo pensó cuando su ex Carlos Imaz, siendo delegado, recibía dinero de un empresario como Carlos Ahumada. Ella era secretaria en el gabinete de López Obrador. En la misma ruta de “arreglo” se encontrarían los segundos pisos, cuyos costos siguen siendo reservados y de los cuales Sheinbaum fue directamente responsable.
Basta ver en el presente las obras monumentales de construcciones habitacionales y comerciales en la delegación Tlalpan, obras de particulares a las que cortésmente la delegada les ha cedido durante meses la circulación de vialidades primarias y que son causantes del caos en kilómetros de la delegación más grande de Ciudad de México. No importa que el pavimento no exista, que el narcomenudeo se solace a plena luz del día y que la inseguridad en la calle y en domicilios crezcan. De eso siempre culparán a otra autoridad porque no son sus atribuciones. En efecto, las atribuciones de Claudia Sheinbaum históricamente como funcionaria son hacer negocios para la causa y ser incondicional de su líder. La muy celebrada científica de lo único que carece, por cierto, atributo científico, es de capacidad de dudar. Cree a ciegas. Por eso Monreal no fue, a quien ni siquiera le perdonaron el agravio y lo mandaron hasta tercer lugar, pero la experiencia de Monreal como político, como a todo político profesional, lo hace escéptico, y eso no es confiable cuando lo que se requiere es incondicionalidad y carencia absoluta de autocrítica.
A lo largo de su carrera política, Claudia Sheinbaum ha demostrado lo que algunos capitales ingenuos piensan o más bien creen, y es que con ella hay arreglo. No hay sorpresa. Claudia Sheinbaum es biográfica y administrativamente un buen anticipo de lo que podría ser el gobierno de López Obrador.
La muy celebrada científica de lo único que carece, por cierto, atributo científico, es de capacidad de dudar. Cree a ciegas