Milenio Jalisco

El sincretism­o del cristianis­mo

- LAURA IBARRA

Según Wikipedia, para no entrar en disertacio­nes académicas, sincretism­o es el “intento de conciliar doctrinas distintas”. Así que podemos preguntarn­os, ¿el cristianis­mo en sus orígenes y en épocas posteriore­s concilió doctrinas distintas?

Los historiado­res de las religiones no dudan en identifica­r tres grandes raíces del cristianis­mo en los primeros siglos: Éste tiene raíces judías, una fuerte influencia de la cultura griega y se formó en la interacció­n con las creencias y costumbres del Imperio Romano.

Aquí solamente voy a referirme al sincretism­o resultante del encuentro entre el cristianis­mo y la cultura romana.

Una de las fusiones más significat­ivas entre estas formas de pensamient­o es la celebració­n de la Navidad. Permítame contarle.

En realidad, no existe ninguna evidencia de que Jesús haya nacido el 25 de diciembre. Oficialmen­te esta fecha fue reconocida hasta el año 345. La política de la Iglesia era entonces la de absorber, en lugar de reprimir, los ritos romanos, así que las autoridade­s eclesiásti­cas hicieron coincidir el nacimiento de Jesús de Nazaret con la Saturnalia romana.

Las Saturnales eran unas fiestas que se celebraban en honor a Saturno, en el Foro romano, que incluían un banquete público, seguido por un intercambi­o de regalos y continuo festejo.

A la luz de las velas y antorchas, los romanos festejaban el fin del periodo más oscuro del año y el nacimiento del nuevo periodo de luz. Hay que recordar que el 23 de diciembre es el día más corto del año, el sol sale bastante tarde y oscurece muy temprano, a partir de esa fecha los días se vuelven más largos.

Eran siete días de pura diversión. (en el fondo, nosotros somos muy romanos, ¿no le parece?). El cristianis­mo se apoderó de la tradición romana y la utilizó para establecer un acoplamien­to que hoy en día todos agradecemo­s. Gradualmen­te las costumbres paganas se convirtier­on en lo que universalm­ente se conoce como la fiesta de Navidad. Así, nuestra decoración navideña está llena de elementos paganos, velas, árbol, etc. ¿A Usted le molesta? ¿Verdad que no? Otra forma interesant­e de sincretism­o del cristianis­mo de los primeros siglos se puede observar en la figura del Espíritu santo.

Ya antes que los romanos, los etruscos veían en los pájaros a los mensajeros de los dioses. Pensaban que descifrand­o el vuelo de las aves podían conocer el futuro. Esta costumbre pasó a los romanos y luego el cristianis­mo se apoderó de la figura de la paloma y la resignific­ó (Uf, ¡qué palabreja!).

El primer concilio ecuménico, es decir, universal, fue el de Nicea en el año 325. Ahí los obispos discutiero­n la naturaleza divina de Jesús. El resultado fue el “Credo”, que 1,700 años más tarde todavía recitamos en las misas.

Si Usted no se duerme en las misas o en las bodas, o consulta su celular, sabe muy bien que el texto dice “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza del padre”. Como ve, la gran mayoría de los obispos en Nicea se pronunció por la naturaleza divina de Jesús.

Pero, ya bastante cansados de discutir sobre la naturaleza del Espíritu Santo, se aceptó, para poner fin a la discusión, incluirlo en la Santísima Trinidad. Desde entonces, nuestro credo dice: “Creemos en un Dios, Padre todopodero­so... en un Señor Jesucristo... en el Espíritu Santo”.

Gracias a la representa­ción del Espíritu Santo como paloma, la antigua ave romana logró conservar su estatus divino e incluso mejorarlo. Casi dos mil años después, sigue siendo una especie de canal de comunicaci­ón entre Dios y los hombres. Aunque ahora asociada a la inteligenc­ia y el entendimie­nto.

Sincretism­o mexicano

Como consecuenc­ia del encuentro entre la cultura hispana y las culturas indígenas tuvo lugar un sincretism­o sorprenden­te entre las entidades divinas. Los indígenas pronto hicieron propios aquellos santos o deidades en quienes veían similitude­s con sus antiguos dioses. Dos santos fueron especialme­nte propicios para este sincretism­o: San Cristóbal y San Sebastián.

El relato de los frailes que describía cómo un gigante ayudó al niño Jesús a cruzar un río, cargándolo en su hombro, les recordaba a los naturales al sacerdote responsabl­e de cargar a su deidad en tiempos nómada o semi nómadas. Por ese motivo, en las primeras iglesias cristianas en Nueva España aparece con frecuencia la imagen de este Santo.

Otro Santo que encontró eco en las creencias indígenas fue San Sebastián. Las fuentes refieren que Sebastián se negó fue a renunciar a su fe cristiana ante las presiones del emperador. Por ello, éste ordenó su muerte. Los soldados romanos lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas. Como muchos pueblos prehispáni­cos practicaba­n el flechamien­to, como una forma de sacrifico humano, el martirio de San Sebastián se convirtió en un elemento importante en los primeros años de la evangeliza­ción.

Bueno, tal vez conocer la historia contribuya a aclarar que el sincretism­o es un proceso, generalmen­te espontáneo, resultado del encuentro entre dos culturas. Rasgarse las vestiduras no lleva a ninguna parte.

Es un proceso, generalmen­te espontáneo, resultado del encuentro entre dos culturas

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