No cede inseguridad en la colonia Americana
Pasaba del mediodía, ayer. El ladrón se presentó ante un adolescente que atendía un puesto de dulces en la avenida Enrique Díaz de León, justo a un lado de la entrada de un plantel universitario privado. Le exigió la caja con el raquítico efectivo de la venta del día, el muchacho se negó. El hombre le dio un puñetazo y salió corriendo con la caja.
Pero no contaba con la ira que su arrebato provocó en el menor, que salió raudo tras el agresor. Los gritos poco alteraron a los indiferentes vecinos. Pero en la esquina de avenida La Paz, un grupo de trabajadores de una llantera advirtieron el conflicto y cortaron paso al maleante. Llovieron golpes, pero el ladrón logró evadir un posible linchamiento… a costa de soltar el botín. El maltratado adolescente regresó con sus monedas y con una madre preocupada, pero hizo a su modo, algo de justicia.
Esa sensación de armonía recuperada no prevalece en la zona. Una semana atrás, el dueño del café contiguo al cenáculo de Pare de Sufrir padeció el enésimo robo de su equipo electrónico. Y los dueños de tres locales hacia el norte, les violaron sus candados una mañana de domingo, sin alcanzar a abrirles la cortina.
“Es una fuerte sensación de inseguridad, la policía no pasa seguido, y cuando te quejas, te desanima a presentar denuncias, pues, dicen que perdemos todo el día en la procuraduría [fiscalía], y el ladrón, si no es agarrado en flagrancia, de todos modos va a salir”, señala un locatario vecino.
Esto es la colonia Americana, territorio de ladrones de autopartes, de robo a casa habitación y de expolio de tiendas. Todo en primer cuadro de la ciudad, donde ni la mañana ni el bullicio logran contener a los delincuentes.