Ashbery, referente de la poesía norteamericana
En Tlacotalpan, el paraíso natural del viento, el agua, el son jarocho y la jarana, donde el pasado palpita en su arquitectura, costumbres y tradiciones… se localiza al fondo de la calle principal, en la avenida Miguel Z. Cházaro, la casita blanca a la que el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, llegaba navegando en su yate o después de aterrizar en helicóptero del otro lado del Río Papaloapan, para disfrutar de una vista espectacular desde su alberca y su jacuzzi. Dicho inmueble, expropiado ante el presunto desfalco millonario y el saqueo a las arcas del estado por parte de Duarte, está siendo transformado en un centro cultural.
MILENIO recorrió la casa, la cual tiene un precio comercial de alrededor de 15 millones de pesos, y que en pocos días será inaugurada oficialmente como el Centro Cultural Tlacotalpan.
La sala-comedor ya se acondicionó como un espacio de usos múltiples y por lo pronto ya inició parcialmente sus actividades, al ofrecer jueves y sábados proyecciones de cine a las que acuden los niños de la comunidad a descubrir que no todo es Hollywood.
Los trabajos de transformación de las habitaciones en una biblioteca y tres salas de exposiciones de arte ya van muy avanzados, aunque todavía les falta el equipo para responder a las normas internacionales en materia de temperatura y humedad, y así poder albergar cualquier obra de arte.
El Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) es el que administra ahora este lugar, que está localizado dentro del polígono denominado por la Organización de las Nacionales Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Cultural de la Humanidad (1998), explicó el presidente municipal de Tlacotalpan, el general Homero Gamboa Martínez.
El nuevo Centro Cultural Tlacotalpan, según le han explicado, será un espacio multifuncional que complemente la oferta cultural existente y un punto de referencia de formación y profesionalización para la gran cantidad de artistas locales y de la región.
Tras hacer un poco de historia, el Alcalde de Tlacotalpan recordó que allá por 1519 en la expedición que hizo Hernán Cortés por las costas del Golfo, se desprendió Pedro de Alvarado por el Río Papaloapan, encontrándose con este mágico lugar, el cual, actualmente, tiene una extensión territorial de 646 kilómetros cuadrados, con 13 mil 500 habitantes en 168 comunidades.
Reconoció que el nuevo espacio cultural de más de 522 metros cuadrados será visitado por los turistas atraídos, sin duda, por el estigma de que fue la casa de descanso del ex gobernador Javier Duarte.
“Aquí pasaba sus vacaciones, traía a su familia y a sus invitados también. Se encerraba prácticamente aquí.Desde luego los vecinos se empezaron a inconformar porque la calle se llenaba de escoltas y no les permitían el paso, ya que ponían vehículos blindados”.
Alfonso Hernández Palacios, director de obras públicas del municipio de Tlacotalpan, quien precisó que la imagen de los jarochos procede de este sitio, explicó que la casita blanca de Duarte “conserva sus valores arquitectónicos, y aunque no tiene arcada como tal, es una casa con pilastras y cubierta de teja”.
Tlacotalpan, subrayó, tiene un valor cultural y arquitectónico único en el mundo, luego que este lugar se incendiara en 1750, se edificó tal cual lo conocemos actualmente.
Si bien, habrá otro espacio cultural que visitar en Tlacotalpan, todavía falta mucho por hacer por este paraíso, ya que los 15 millones de pesos que se destinan a su mantenimiento resultan insuficientes. La casita blanca que tanta controversia ha causado luego de las acusaciones que pesan sobre Javier Duarte está ubicada en esta ciudad emblemática de Veracruz, única por sus corredores, fachadas y pórticos del siglo XVIII, donde destaca su quiosco árabe, la Parroquia de San Cristóbal y la Iglesia de la Candelaria.
La casa de descanso —que estaba a nombre de la esposa de Francisco García, El Franky, quien era el prestanombres de Duarte, a decir del gobernador de Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares— conserva su traza arquitectónica original, además del baño de la recámara principal con una cubierta de mármol de piso a techo, donde se localizaron sales egipcias que eran de gusto de la esposa de Duarte, Karime Macías, quien se daba ese tipo de lujos.
John Ashbery, considerado uno de los poetas más prestigiosos e influyentes de finales del siglo XX en Estados Unidos, murió en su casa de Hudson, Nueva York, a los 90 años de edad, informó ayer la prensa estadunidense.
Su muerte se produjo por causas naturales, explicó su marido David Kermani.
La poesía de Ashbery irrumpió con contundencia en el panorama literario de Estados Unidos en 1976 cuando su libro de poemas Self-Portrait in a Convex Mirror (Autorretrato en un espejo convexo) obtuvo a la vez el Premio Pulitzer, el Nacional del Libro y el del Círculo de Críticos Literarios.
Desde entonces, sus posteriores poemarios en los que mezcla alta cultura y cultura popular, con referencias tanto a los dibujos animados de Disney como a los grandes maestros de la pintura del Renacimiento, se convirtieron en elementos básicos de la poesía estadunidense y referencia para futuras generaciones.
Nacido en Rochester, en 1927, el poeta se graduó en Harvard y posteriormente obtuvo una maestría por la Universidad de Columbia en Nueva York.
En 1955 viajó a París con una beca Fulbright, donde pasó casi una década, y trabajó como crítico de arte.
Ashbery fue muy amigo de los pintores Jackson Pollock y Willem de Kooning, dos de los principales referentes del expresionismo abstracto estadunidense; y de regreso en Nueva York compaginó la escritura de poesía con la crítica de arte para revistas como Newsweek.
En su obra, también se destacan libros como The Tennis Court Oath (El juramento de la pista de tenis), de 1962; y And the Stars Where Shining (Y las estrellas estaban brillando), de 1994.
Desde 1980, el poeta dio clases en varias instituciones universitarias como Bard o Brooklyn College.
En 2012 le fue concedida la Medalla Nacional de las Humanidades por el presidente Barack Obama.