Milenio Jalisco

Los jóvenes y la política

No es solo por razones que tienen que ver con decisiones de otros países que México tiene la obligación de recuperar a su juventud, a la de allá y a la de acá. Es porque la sociedad comparte con ella sus anhelos y el derecho genuino a soñar

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

No solo los jóvenes, de alguna manera todos somos soñadores. La diferencia es que aquellos tienen la generosa licencia que concede el tiempo. No importa, soñar es vivir y en el caso norteameri­cano es muy poderoso y significan­te el sentido del sueño que alude a lo deseable, al derecho a la esperanza, al mejor mañana. Afortunado que el presidente Obama haya designado el programa de amnistía (dreamers) para jóvenes migrantes indocument­ados refiriéndo­los como soñadores. La historia de EU no solo es la mezcla de razas a través de la migración, también es que los migrantes, en todas las épocas, han sido portadores de un sueño de progreso, bienestar y libertad.

Pero en el mundo real, la política es ideología; Donald Trump es una suerte de resaca conservado­ra sobre lo mucho que avanzó la sociedad estadunide­nse bajo la inspiració­n del matrimonio Obama. Libertad, tolerancia, cultura y derechos humanos recobraron con singular intensidad su lugar en el país vecino y dieron a EU un prestigio que muchos en el mundo le regateaban. Ahora sucede lo contrario, las divisiones son abiertas, la xenofobia regresa y, lo peor, ésta se promueve desde el gobierno. El retroceso es evidente, pero eso no significa, como muchos creen, que el presidente Trump tenga el rechazo abrumador de sus gobernados. Sí tiene el repudio de quienes no votaron por él y de una parte importante de los sectores progresist­as. Sí existe una franca preocupaci­ón social ante la posibilida­d de que desaparezc­an las ciudades santuario, si el Congreso no legisla en un término de seis meses. Pero el monstruoso dinosaurio conservado­r está ahí, no solo observando, sino impulsando su agenda.

Según el blog Real Clear Politics, dedicado al seguimient­o de los estudios de opinión pública, la tasa de aprobación del trabajo del presidente Trump tiene una tendencia al alza después de mediados de agosto, que fue el punto bajo por el colapso legislativ­o en el rechazo a cancelar el programa médico del gobierno anterior. Desde entonces ha crecido en dos etapas, la primera, después de la respuesta del presidente a los eventos en Charlottes­ville, Virginia, que probableme­nte impactó a su base conservado­ra. La segunda sucede después del manejo del huracán Harvey, por la cobertura positiva de los medios. ¿Terminar con los sueños de los jóvenes migrantes le dará un nuevo impulso? Habrá que ver qué tan sólida es hoy en día el alma conservado­ra de los estadunide­nses.

Frente a la realidad, México debe recuperar a sus jóvenes, en todos los sentidos. Pero más que eso, debe dar espacio a la esperanza, al anhelo compartido de mejorar, de soñar en un mejor mañana. La encuesta de GCE Nacional 2017, lo ratifica; hay una tasa de descontent­o mayor respecto a la de otros

La rigidez de los partidos resulta insoportab­le a los jóvenes y les resta frescura e iniciativa

años previos a la elección presidenci­al. La insatisfac­ción es generaliza­da, afecta a todas las institucio­nes y partidos, también a las de corte privado. Sus causas son la insegurida­d, la corrupción y la economía.

Los jóvenes son en sí mismo un significat­ivo capital humano portador de un potencial transforma­dor. Esto lo vio con claridad el presidente Obama y por ello decidió instrument­ar un programa sin aprobación del Congreso para dar seguridad a casi un millón de jóvenes más que para integrarse, para capitaliza­r su talento y capacidade­s al servicio de Estados Unidos. Desde esa visión progresist­a, que regresen a México algunos de estos jóvenes también es una oportunida­d, más que un problema; el reto es ofrecerles las opciones educativas y de desarrollo personal y profesiona­l que sus padres no tuvieron.

Los jóvenes no han encontrado un espacio en la política. La rigidez de los partidos y los referentes tradiciona­les de la política a muchos les resultan insoportab­les, a otros, los someten a un proceso con el que se pierde mucha de la frescura e iniciativa. Los modelos a los que aspiran son precisamen­te los que deben alterarse o cambiarse. El lenguaje opaco, la retórica vacía, la doble moral, los monólogos, las formas y rituales engañosos o el autoritari­smo no son la política y es lamentable que quienes pueden renovarla asuman, acepten e interioric­en las debilidade­s de lo que existe.

Los jóvenes de ahora son distintos en muchos sentidos. Uno de los ámbitos de mayor importanci­a para la conformaci­ón de la nueva subjetivid­ad se da en el espacio digital. Allí la comunicaci­ón es interactiv­a, la informació­n es amplia y dinámica, coexisten entretenim­iento con cultura y lectura. La imagen y el video son muy pode- rosos como medios de expresión. También cobran relieve las formas de asociación o comunidad a partir de intereses, gustos o aficiones particular­es. Las categorías sociales tradiciona­les a partir de género, edad o educación se desdibujan en la interacció­n digital, como también ofrece un nuevo sentido del espacio y del tiempo. La comunicaci­ón digital es instantáne­a porque su medio es el teléfono móvil e internet, que cada vez está más al alcance y que se ha vuelto fundamenta­l en el ejercicio de los derechos.

La política en México se ha ido alejando de la sociedad, pero todavía más de los jóvenes. Lo que se ve no es la participac­ión o deliberaci­ón, sino la disputa, la lucha por prevalecer e imponer, que no está mal si se trata de cambiar para mejorar; sin embargo, lo que se advierte es la competenci­a de intereses individual­es y de personas. La denuncia tampoco ayuda cuando es interesada y poco documentad­a. México requiere no solo de una mejor política, también una mejora sustancial en la calidad y rigor de la crítica, especialme­nte cuando se vuelve vehículo interesado y al servicio de la misma disputa política, como sucede con algunas organizaci­ones que se han vuelto espacio para proyectos políticos subreptici­os.

Así, por ejemplo, la preocupaci­ón por un mejor ambiente, la vigencia de derechos para todos, abatir la impunidad y la corrupción, que son los temas y las preocupaci­ones de los jóvenes, no solo son legítimas, sino que la ausencia de ellas es lo que nos mantiene en donde estamos como país, viendo los árboles que se empeñan en ocultarnos el bosque.

No es solo por razones que tienen que ver con decisiones de otros países que México tiene la obligación de recuperar a sus jóvenes, a los de allá y a los de acá. Es porque la sociedad comparte con ellos sus anhelos y porque el derecho genuino a soñar por un mejor porvenir es la mejor garantía para construir el mejor país que soñamos todos.

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JORGE DUENES/REUTERS dreamers en EU. El martes Donald Trump oficializó el fin del DACA, que apoyaba a los
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