Morena en condominio
Morena se está convirtiendo, a pasos agigantados, en el gran condominio político de México, ese en donde muchos quieren vivir, convencidos como están de que en las elecciones presidenciales del año próximo el ganador será el dueño del cada vez más obeso condo.
Por eso en estos días llegaron tres notorios (que no notables) nuevos inquilinos: los inefables e inenarrables René Bejarano, Dolores Padierna y Leonel Godoy. Pura fina persona, oiga usté.
Lo del matrimonio Bejarano estaba más que cantado, una vez cumplida su labor de zapa dentro del PRD. Lo de Godoy como que da lo mismo (a menos que haya llegado en paquete junto con su sobrino incómodo).
La cuestión es que Morena —con su política de puertas abiertas, en la que cualquiera puede entrar y purificarse en automático de todos sus pecados, al recibir el perdón del Mesías (Voz Pejex,
vox Dei)— se transforma cada vez más en una especie de Babel en la que caben todos los lenguajes y todas las razas políticas, siempre y cuando los que van arribando juren fidelidad y obediencia absoluta al supremo pontífice moreno.
¿Que estoy siendo sarcástico? Ojalá así fuera. Por desgracia, lo que describo es una verdad que puede verse a diario, con tanta defección de gente “de izquierda” que busca el cobijo de la gran túnica amloísta. ¿Que los atrae la ambición y la idea de la repartición de puestos y prebendas una vez que su patrón consiga al fin la tan anhelada Presidencia de la República? ¿O no será que se trata de gente idealista y moralmente intachable que lo único que busca es el bienestar de los mexicanos? Ok, esta vez sí fui sarcástico.
Del lado perredista, deberían agradecer que se están librando de tanta escoria y de tanto infiltrado. No sé cuál sea el fu- turo del partido del sol azteca y si logrará sobrevivir a 2018, pero cuando menos ya tienen menos lastre y la creación del Frente Amplio Democrático podría ser una tabla de salvación. Podría.
Mientras tanto, el condominio de Morena crece y se ensancha. A ver qué sucede con semejante promiscuidad.