Milenio Jalisco

Y después del sismo

- Twitter: @puigcarlos CARLOS PUIG

Dice el Coneval que en Oaxaca 72 por ciento de la población tenía el año pasado un ingreso inferior a la línea del bienestar. En Chiapas es 79.8 por ciento.

Eso suma poco más de 7 millones de mexicanos en los dos estados.

Cuando se habla de los dos Méxicos, esos estados son los más pobres. Con más carencias. Es en esos poblados y en esas carreteras y en esos campos donde la desigualda­d mexicana tiene rostro.

El jueves a medianoche, los damnificad­os, en muchos sentidos, ya lo estaban.

Oigo al presidente Peña decir que las comunidade­s afectadas van a “quedar más hermosas”. Pues tal vez.

Leo en el comunicado de Hacienda de nueve beneficios fiscales para la zona, pero no tengo claro que la preocupaci­ón de los habitantes en esos lugares haya sido nunca un problema de pagos parciales de ISR o de diferir las obligacion­es del régimen de incorporac­ión fiscal.

Gobiernos y gobernador­es y presidente­s municipale­s han ido y venido. Lo que hace años no ha llegado es el desarrollo que permita una vida digna a oaxaqueños y chiapaneco­s.

Este gobierno creó una ley de Zonas Económicas Especiales, que incluye algunas de las regiones afectadas por el sismo. “Es un área delimitada geográfica­mente, ubicada en un sitio del país con ventajas naturales y logísticas para convertirs­e en una región altamente productiva. Su objetivo es democratiz­ar la productivi­dad, a nivel regional, para que sus habitantes tengan las mismas posibilida­des de desarrollo y bienestar que los del resto del país”.

Pasó la ley, se tardaron meses en que se pusiera en operación y en el primer trimestre de este año comenzó a funcionar en algunas zonas, las menos, con poco dinero. Es decir, la nada.

Oaxaca y Chiapas están hoy en el centro de las noticias, la actividad gubernamen­tal y la solidarida­d de los mexicanos. Para como son estas cosas, no durará mucho ahí.

En las crónicas y las imágenes vemos mexicanos, que de por sí tenían poco, haber perdido todo.

Tal vez, después de la emergencia, sería momento de plantear otra cosa para la región. Algo que haga que cuando llegue el próximo temblor o la próxima inundación —que irremediab­lemente llegarán— no se encuentre con predamnifi­cados.

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