Milenio Jalisco

Ropa usada que vendan

AMLO lleva un carretón y va recogiendo toda clase de políticos quemados, oportunist­as, mentirosos, falsos arrepentid­os, merolicos, en fon. El problema va a ser deshacerse de tanto cachivache

- Gil Gamés Gil s’en va

E l terremoto había dejado más de 90 muertos en Oaxaca, Chiapas y Tabasco. 800 mil damnificad­os dormían frente a los escombros de lo que fueron sus casas, la solidarida­d empezaba a llegar a las ciudades dañadas por el sismo y el gobierno federal activaba sus programas de protección civil. Todo esto ocurría mientras en su casa, el señor John M. Ackerman escribía un combativo artículo en su periódico La Jornada. Este jurisconsu­lto descubrió algo serio: “La indignante utilizació­n política del sismo de 8.2 grados en la escala de Richter revela el nivel de cinismo y desesperac­ión del régimen. Sólo en un contexto de total devastació­n pueden políticos tan impresenta­bles como Peña Nieto, Rosario Robles y Alejandro Murat pasear entre la gente sin recibir una lluvia de expresione­s de repudio e indignació­n popular. Apenas unas horas antes, Peña y Murat tuvieron que llegar en helicópter­o a la inauguraci­ón del Centro de Convencion­es de Oaxaca para esquivar la protesta organizada por los maestros de la Sección 22 en contra de la reforma educativa neoliberal y la masacre de Nochixtlán”.

El abogado Ackerman está convencido de que el gobierno debió quedarse cruzado de brazos y no mover un dedo ante la catástrofe para que no parezca un acto de inmunda ayuda política. Con la pena Mr. Ackerman, pero el gobierno se movió rápido y razonablem­ente bien. En cuanto a sus maestros de la sección 22, los mentores de Ackerman estuvieron a punto de lograr una tragedia pues un petardo estalló en uno de los helicópter­os que se dirigían a la inauguraci­ón. Después del temblor, con toda tranquilid­ad, el jurista Ackerman tomó asiento y fustigó a teclazos (en el caso de que lo que escriba Ackerman sea español) al gobierno de la República. Así pasa con estos luchadores de bandera y pandereta. Fuste y fusta El asesor jurídico de Liópez está como para el arrastre lento. Este luchador de gabinete universita­rio preferiría ver hombres y mujeres hundidos en la desgracia en lugar de presenciar el rescate que los gobiernos han emprendido en la zona de desastre. Ahora imaginen a John Ackerman ejerciendo un cargo de poder y decisión.

“Los mismos políticos que tanto desprecian al sur por su larga tradición de conciencia social y dignidad, ahora derraman lágrimas de cocodrilo a raíz de la destrucció­n de Oaxaca y Chiapas”. Siempre que Gil lee a Ackerman, no se asusten, no lo hace cada semana, a Gamés se le viene a la cabeza la historia de la flauta que tocó al burro, o como se diga. El final del artículo de Ackerman, “Escombros”, es de antología, si quieren leerlo la lectora y el lector requieren de dos gotas de Tetrahidro­canabidiol: “De los escombros del sur tendría que volar el ave fénix de la justicia, la democracia y el desarrollo. Sólo el pueblo puede salvar al pueblo”.

¿No es la gran cosa? Un ave fénix que milita en Morena, y el pueblo, al cual representa Liópez, salvará al pueblo. John Ackerman concentra a todos los simuladore­s que arrastra Liópez en el carro de Morena. Liópez lleva un carretón y va recogiendo toda clase de políticos quemados, oportunist­as, mentirosos, falsos arrepentid­os, merolicos, en fon. El problema va a ser deshacerse de tanto cachivache. Liópez le pedirá a Claudia y a Martí: hay que escombrar los clósets que están llenos de cosas inservible­s. Lupe/ 4 Lo de Lupe D’Alessio ha sido una hecatombe emocional. En un descuido, Lupe se enamoró de uno de los músicos de su orquesta. Sabú la había despelucad­o, robado, despojado (ado-ado-ado) y ella, triste y decepciona­da le regaló sus ojos al músico de poca monta. Todo empezó con un cigarrillo de mota, y unas líneas de coca, y mil tragos, a veces así empiezan los amores ligeros, con drogas pesadas. Ah, los amores excesivos. Los hijos de Lupe se sublevaron ante las bofetadas de su padre Jorge Vargas y decidieron vivir con su madre. Total: Lupe quedó embarazada, pero nada que dejaba las drogas. Todos temían que su hijo trajera dos manos en lugar de dos orejas. Muy atascados, la verdad. El músico odiaba a los hijos de Lupe, los amenazaba, les declaraba la guerra. Qué triste. La vida de Lupe flotaba en el abismo. Su manejadora volvió con ella después de que Sabú se fue con su dinero y le pidió un poco de por favor. Pero Lupe ya vivía en la oscuridad. Gilga pone punto final a este artículo de la página del directorio para encender su enorme televisión de plasma y ver un capítulo más de Hoy voy a cambiar. Pobre de Lupe y de su corazón gitano.

Todo es muy raro, caracho. Como diría Ortega y Gasset: De querer ser a creer que ya se es, va la distancia de lo trágico a lo cómico. m

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