Toshiba espera breve respiro al sellar venta de su unidad de chips
Mercado bursátil, con opinión ambigua
A medida que se acerca la decisión de Toshiba de elegir un comprador para su operación de chips de memoria, el conglomerado se parece cada vez más al Gato de Schrodinger: no se sabrá si está vivo o muerto hasta que el acuerdo por 20 mil millones de dólares abra la caja y defina su situación.
Al juzgar por las acciones, los mercados bursátiles tienen una opinión ambigua. Toshiba opera 28 por ciento más abajo que el día previo a que surgiera la crisis por la amortización de miles de millones de dólares de su operación nuclear de Estados Unidos a finales de diciembre, y 28 por ciento más arriba del nivel en la que operaron el día después.
Cuando surja el acuerdo para la venta del cotizado negocio de chips (algo que podría ocurrir después de una reunión del consejo de administración el miércoles) esto va a resonar más allá de Toshiba, debido a que, a pesar de los elementos únicos de Toshiba, esta crisis agitó consistentemente las banderas rojas sobre el sector corporativo general de Japón, el mercado de valores y los reguladores.
Mientras tanto, las tres opciones imperfectas de los acuerdos (encabezadas respectivamente por Bain, KKR y Foxconn) que tiene como opción la dirección de Toshiba presentan recordatorios diarios sobre cómo el gobierno japonés, que participa directamente en dos de los consorcios postores y se opuso tácitamente al tercer consorcio que encabeza la compañía taiwanesa, cree en la importancia de su papel en el mercado, no obstante que sea una interferencia que no es bien recibida por los inversionistas.
Si todas esas preocupaciones se dejan a un lado por la emoción del rescate de Toshiba a través de la venta de su operación, los inversionistas bien podrían volver a visitar los encantos del mercado japonés, donde 20 por ciento de las acciones opera por debajo de su valor en libros y las utilidades corporativas se encuentran en un máximo de todos los tiempos.
Pero en sí Toshiba debería perder cualquier euforia. Con cualquiera de los acuerdos que acepte la compañía debería tener un rendimiento neto de efectivo de alrededor de 650 mil millones de yenes para finales de su año fiscal, en marzo de 2018, y su capital social debería tener una recuperación cercana a 950 mil millones de yenes.
Saludable en teoría, pero también es el balance de una compañía que se queda sin su rentable operación de chips y sin la posibilidad de un crecimiento a largo plazo en su empresa de energía nuclear.
Toshiba 2.0, de acuerdo con algunos pronósticos, tendrá un rendimiento sobre capital por debajo de la línea de 5 por ciento que se relaciona con el buen gobierno corporativo y todavía tendrá que sacudirse las críticas de su auditor anterior, PwC, de que Toshiba padece de “deficiencias en sus controles internos”.
Bien se puede llegar a un acuerdo. Las acciones podrían subir durante un tiempo breve. Pero no hay duda de que será la recuperación de un gato muerto.