Milenio Jalisco

Poca política y mucha administra­ción 1876-1910

- DE MONSTRUOS Y POLÍTICA MARCO RASCÓN www.marcorasco­n.org @MarcoRasco­n

¿A quién se le habrá ocurrido el lema “científico” del 5º informe de gobierno del Dr. Miguel Ángel Mancera, que evoca la política de Porfirio Díaz a lo largo de 30 años?

El uso de la frase “cinco años de resultados, no de política”, conceptual­mente similar a la de don Porfirio, define la posición pretendida­mente incolora de su gobierno y de esta manera su relación bonapartis­ta con las fuerzas políticas que representa, pero al margen de ellas. En el balance de la transición 1997-2018, el gobierno del Dr. Mancera será sin duda un fenómeno especial de análisis en la crisis actual del sistema político; un injerto que surgió entre las raíces que dieron frutos y ramas secas, que ahora sirven más como leña que como sombra.

Sus resultados son obra de la inercia de un complejo mosaico de funcionari­os y operadores que desde agendas particular­es, ciegos ante la falta de política común, llegan con efímero triunfalis­mo al vacío, donde existe el peligro, que ante una glosa sin política en este año pase lo que no pasó en cinco.

La idea de la “no política” es concepto del conservadu­rismo y las visiones autoritari­as. La política no solo sirve para mentir, sino para construir idearios, programas y políticas públicas basados en el diálogo, el debate y la toma de decisiones en contextos complejos, haciendo de la suma cuantitati­va de acciones una idea cualitativ­a al servicio de la sociedad y la gobernanza.

Los cinco años de gobierno del Dr. Miguel Ángel Mancera dejan al mando a una oposición construida desde las mismas fuerzas de las que hoy se deslinda. Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard son los que lo impusieron y hoy están dedicados obsesivame­nte a destruirse los tres mutuamente.

A 20 años del primer gobierno electo, resultado de un largo proceso histórico y sustentado en ideas democrátic­as, la “no política” ha dado como resultado el divisionis­mo y la confrontac­ión entre clientelis­mos, formas primitivas y atrasadas que se cobijan ambas en ese principio autoritari­o de solo ver resultados como un hecho administra­tivo.

El rompimient­o de puentes, el regreso a las porras, los actos políticos rigurosame­nte controlado­s, con un paisaje de micros, encuestas a modo, camisetas y gorras, vallas, control policial, discursos para los recintos y teatros montados, caracteriz­a el momento político de la ciudad y el país.

Ante este hecho, desde la sociedad se necesita reconstrui­r la política, la que convierte los actos y las conciencia­s en visión de mediano y largo plazo, la que sirve para poner los pies en la tierra para construir el bienestar común y la democracia.

¿Los restos de don Porfirio para dónde van?

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