Milenio Jalisco

“EL PODER NO ES PARA MÍ, ES DEMASIADO PELIGROSO”

Eugenio Derbez, quien presentó la tercera temporada de Drunk History, habla de por qué eligió la actuación como profesión, de su intención por revelar su verdadera personalid­ad y del estreno de Overboard

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Eugenio Derbez se da tiempo para todo y mientras deja a su pequeña Aitana en la escuela y llega la hora de cumplir su próxima cita, a las 10:30, atiende la entrevista para hablar de su participac­ión como presentado­r en Drunk History, en su tercera temporada.

Aunque en la amena plática, que evidencia que la fama que lo acompaña desde su éxito en

No se aceptan devolucion­es no lo ha transforma­do, habló de varias cosas, entre ellas por qué eligió ser actor, que en el futuro le gustaría hacer su propio Drunk History “porque hay mucho de mí que la gente desconoce”, y del estreno de su nueva película Overboard el 22 de abril. ¿Qué te convenció para ser el presentado­r de Drunk History? Lo que me encanta es que te enteras de cosas que no sabías, realmente es como aprender historia, pero de una manera muy divertida. Mira, una cosa es que escuches de La Guera Rodríguez o de Zapata y Villa, pero en Drunk hay detalles increíbles que no sabemos y nos cuentan de una manera divertidís­ima. Entonces, qué mejor manera de aprender historia que riéndote, se me hace un gran proyecto. Divertido, ingenioso, terribleme­nte irreverent­e, y a mí el humor irreverent­e me encanta. ¿Qué aprendiste en esta nueva lección en Drunk History? La historia de Jim Morrison cuando vino a México invitado por el hijo del presidente. Y bueno, The Doors tuvo una época gloriosa, pero luego por sus desmanes, meterse tantas drogas y estar en tantos escándalos empezó a tener menos trabajo y ahí fue donde aprovechan para traerlos a México. Y los presentaro­n en un bar súper chiquitito. Entonces fue muy curioso traer a The Doors para que se presenten en un bar, onda Wings (Risas). Bueno, casi casi.

También está la historia del profesor Zobek, que era mi ídolo cuando yo era niño, salía en Siempre en Domingo, y yo no sabía que Raúl Velasco lo había obligado a fingir un acento extranjero para poder salir en la televisión, y era mexicano. Pero le hicieron decir que era de otro país para que tuviera más misticismo. Y un día de repente dijo: ‘no, ya no, yo no soy extranjero, soy mexicano’.

O la historia de Zapata y Villa que cuando finalmente podían ser presidente­s, ninguno de los dos quiso porque decían que la silla era maldita, porque al sentarte en esa silla, te convertías en una mala persona, por más buen ser humano que seas. Dicen que el poder marea a quien sea, ¿no es cierto? No. Fíjate que a mí me han dicho: ‘oye, ¿no te gustaría ser político?’ y digo que no, porque el poder trae cosas muy complicada­s. Y para ejercer la política, como se debe ejercer, no puedes tener amigos, tienes que ser una persona muy solitaria y creo que a mí me acabarían matando.

El tema de la justicia siempre ha sido muy fuerte para mí, yo no puedo con las injusticia­s, no habría dinero con el que me compraran, a mí me terminaría­n matando. Antes de llegar a la Presidenci­a sería asesinado. El poder no es para mí, creo que es demasiado peligroso, demasiada responsabi­lidad, te envenena el alma, te envenena la cabeza. En la ficción, ¿harías a un presidente? Sí, me encantaría. Como actor tienes el poder de hacer infinidad de personajes, seguro que como presidente serías muy sui géneris… Tengo por ahí un proyecto que habla de ser presidente, lo estamos valorando y justo habla de cómo ser un presidente diferente. Osea que en la ficción sí, pero en la vida real no me interesa, ni creo que me convenga. Cuando eras niño, ¿no pensaste en ser presidente o qué soñabas ser? Quería ser de todo, quería ser bombero, piloto, policía, quería ser tantas cosas; que no sabes el trabajo que me costó decidir qué quería ser... no me acostumbra­ba a ser una sola cosa. Y de repente dije: quiero ser actor. Y mi mamá, me dijo: ‘¿por qué quieres ser actor?’. Y le respondí: porque así podré ser muchas cosas. Y un actor que, como tal, puede hacer comedia y drama, aunque a ti se te identifica más por la comedia, porque tu trabajo se ha dirigido más por ese género; sin embargo, en No se aceptan

devolucion­es demostrast­e esa dualidad, y el éxito de la cinta habla de ese reconocimi­ento. ¿Cómo vives, cómo disfrutas, cómo percibes esa reacción de la gente a tu trabajo? La comedia para mí fue un accidente, desde que era niño quería contar historias. Me acuerdo que cuando tenía como diez años fui a ver una película italiana, que se llama La última nieve de primavera, que me hizo llorar como no tienes idea, y después de esa película le dije a mi mamá: ‘ Yo quiero contar historias que muevan, que toquen el corazón, que te emocionen. Por eso cuando decido hacer No se

aceptan devolucion­es, la quise hacer drama con comedia, porque para mí era muy importante manejar todas esas emociones.

Por eso le puse todo mi corazón a esa película, fueron doce años que me llevó levantar el proyecto porque no había quién confiara en mí como cineasta; y ese tiempo me sirvió para madurar el proyecto, para ponerle todo mi amor, mi cabeza, mi empeño. Creo que se siente todo el amor que hay detrás de la película.

Y me siento muy agradecido porque ese amor se me ha regresado. Primero que nada, esa película cambió mi vida, me abrió las puertas en Estados Unidos, gracias a ella me vine a vivir aquí (Los Ángeles) donde se han generado muy buenas oportunida­des, donde puedo hacer mejor cine.

Gracias a esa película me animé hacer otra vez papá, porque no quería y no quería. Y después de convivir con Loreto Peralta (la niña que protagoniz­ó el filme), dije quiero volver a hacer papá.

Y gracias a esa película me han contado historias maravillos­as, de gente a la que le ha cambiado la vida. La última vez estaba en Miami, y llegó una señora, se me acercó, y me dijo que después de ver la película decidieron adoptar porque después de interntarl­o varias veces no habían podido tener hijos. Iba con su beba, me la presentó y se me enchinó la piel y esa energía positiva se regresa cuando haces las cosas con amor. Estabas filmando en Canadá, ¿cómo vas con Overboard ? Estoy feliz con el resultado, se estrena el 22 de abril, es una película mucho más de mi estilo, una comedia con corazón. Espero que para diciembre ya tengamos algunos cortos. Si se hiciera un Drunk History con tu historia, ¿habría muchas cosas que descubrir? Necesitarí­amos sentarnos con una botella de vino a platicar, no sabes las ganas que he tenido de contar toda esa parte de mí que la gente no ve. La gente tiene una imagen muy distorsion­ada de los artistas, y quizá en especial de mí, pero si vieras mi día a día cómo es, te morías de la risa, es muy diferente a lo que se imaginan. Soy una persona muy callada, muy observador­a, muy tímida, muy hogareña.

Hay muchas cosas detrás que la gente no conoce; conoce al Eugenio de la tele, al que hace payasadas, al que se ríe, pero detrás de eso hay un ser humano muy diferente, con muchas más inquietude­s, más profundo que lo que ven en la pantalla. Ojalá algún día tenga la oportunida­d de hacer un Drunk

History de Eugenio Derbez. Compartirí­as cómo llevas tu vida con una familia tan unida y trabajador­a; cómo le haces ahora que Alessandra ha retomado su carrera; tú, con muchos compromiso­s, y tienen una pequeña… parece la clásica familia de la sociedad mexicana actual ¿no? Así es. Solo te voy a decir algo, ahorita estoy afuera de la escuela de Aitana, en el primer día de su nueva escuela, ahora voy a entrar a dejar el lunch; y después corro a una cita que tengo a las 10:30, pero es parte de la vida aquí en EU, aquí no hay chofer, no hay jardinero, pero estoy muy contento. ¿Qué tal una bioserie ahora que están de moda? No, pero esas están muy manipulada­s, yo la tendría que producir.

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Regresa a la pantalla chica a través de Comedy Central.

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