Un resurgimiento promisorio de México…
Las fuerzas de la naturaleza no dan tregua y ahora Ciudad de México —mi patria chica—, Morelos, Puebla, Guerrero y Estado de México sufren los estragos de un terrible terremoto y su estela de muerte, destrucción y miedo…
Recibir noticias de que han fallecido centenas de personas incluidos varios niños… e imágenes de tantos daños y dolor complica manifestar los sentimientos agolpados en el corazón, por lo que, como mujer de fe, hago eco de las palabras del papa Francisco:
“Quiero manifestar mi cercanía y oración a toda la querida población mexicana. Elevemos todos juntos nuestra plegaria a Dios para que acoja en su seno a los que han perdido la vida y conforte a los heridos, sus familiares y a todos los damnificados. Pidamos también por todo el personal de servicio y de socorro que prestan su ayuda a todas las personas afectadas. Que nuestra madre la virgen de Guadalupe con mucha ternura esté cerca de la querida nación mexicana”.
Pero en medio de la tragedia ha resurgido la verdadera esencia del pueblo: una enorme convicción y sorprendente espíritu de solidaridad, de generosidad y de cooperación entre los mexicanos, que ya es motivo de admiración en el mundo.
De esta forma, reconforta profundamente observar a mujeres y hombres, jóvenes en su mayoría y de toda posición económica y social, que han salido y tomado las calles para apoyar en el rescate, dar con honestidad su mano al otro, asumir como propias la angustia y desesperación del prójimo, compartir alimentos, medicinas y otros bienes de primera necesidad con desconocidos y no solo con los seres queridos, poner en riesgo la integridad física para remover escombros en busca de vida, donar recursos de todo tipo y, finalmente, ofrecer amor y calidez sin discriminación alguna ni esperar nada a cambio...
La embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, señaló: “Me conmueven las expresiones de solidaridad real y tangible de tantos ciudadanos”.
Sin duda, ¡toda una lección histórica de civismo y de calidad humana!
Y tampoco se puede regatear el trabajo incansable de las autoridades, en especial del Ejército y la Marina, que han demostrado que son instituciones surgidas del pueblo y para beneficio y apoyo del mismo; al tiempo que fluye la alentadora y fraternal ayuda internacional.
Así, el auténtico rostro de México no es el de la violencia de los últimos años, sino el que ha florecido por las recientes catástrofes naturales. Y es aquí donde se encuentra el desafío más importante: ¿Cómo conservar y encausar hacia principios y objetivos superiores toda esta energía positiva de la sociedad mexicana?...