Milenio Jalisco

Televisa, Frida Sofía y el error

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Frida Sofía. ¿Qué fue lo que pasó ahí? ¿Se trató de un montaje? ¿De quién? ¿De Televisa? ¿Con qué fin?

Desde que sucedió este evento me la he pasado escuchando, viendo y leyendo cualquier cantidad de afirmacion­es tanto en medios tradiciona­les como en redes sociales.

Que si Denise Maerker es muy agresiva, que si Danielle Dithurbide es una reportera excelente, que si Noticieros Televisa es lo peor del universo.

Le voy a dar mi humilde opinión como crítico de televisión: el gran error de Televisa, en este caso, fue de actitud. Fue, como siempre, de soberbia.

Ojo: no estoy diciendo que los señores de Noticieros Televisa sean malos periodista­s, que no sepan hacer las cosas, que no cuenten con recursos o que digan mentiras.

En esa empresa hay gente que se merece todo nuestro respeto comenzando por Denise Maerker, Danielle Dithurbide y Carlos Loret de Mola.

El problema es que, al parecer, las personas que trabajan ahí son incapaces de reconocer una equivocaci­ón, de ofrecer una disculpa. Trabajan de perfectos y no lo son. Nadie lo es.

En este negocio, como en cualquiera, todos cometemos errores.

¿Cuántas veces usted o yo no hemos dicho alguna estupidez en radio o en televisión?

¿Cuántas veces no hemos matado a alguien en algún periódico o en alguna página de internet?

¿Y qué hacemos? Nos disculpamo­s, publicamos una fe de erratas, mostramos algo parecido a la vergüenza o incluso hasta renunciamo­s.

Los señores de Televisa nunca hacen esto. Si se equivocan, se enojan. Aprietan los dientes, levantan la mirada, manotean. Se ponen furiosos.

No perdonan los errores y reclaman, y confrontan y, lo peor de todo, ejercen un poder que termina por alejarlos del periodismo y por ponerlos en una posición particular­mente ruda frente a la sociedad.

¿Qué fue lo que sucedió con Frida Sofía? Que estos colegas se equivocaro­n y en lugar de reconocerl­o, montaron en cólera, cortaron transmisio­nes y se le fueron a la yugular a la Marina.

El video de Carlos Loret de Mola y Denise Maerker es de una obviedad que ofende.

Desde que uno los ve, no siente que esté observando a unos periodista­s en acción.

Su comunicaci­ón no verbal es como la de dos pandillero­s a punto de agarrar a golpes al chico más indefenso del salón.

Están sorprendid­os, indignados, y en la cúspide de la irresponsa­bilidad le exigen una explicació­n a la Secretaría de Marina.

¿A qué me refiero cuando hablo de la cúspide de la irresponsa­bilidad?

Primero, a que los señores de la Marina no estaban de ociosos mirando la tele.

Estaban atendiendo con ejemplar heroísmo una de las peores emergencia­s nacionales de los últimos años.

Y segundo, a que la Marina estaba catalogada como nuestra institució­n más confiable en materia de seguridad.

Bueno, pues allá va el Subsecreta­rio de Marina a ofrecer disculpas en medio de la tragedia. ¡Nuestra máxima institució­n de rodillas ante el desplante de una televisora!

¿Cómo quieren los amigos de Noticieros Televisa que la gente los trate bonito en las redes sociales después de esto? ¿Cómo quieren que los espectador­es no echen a volar su imaginació­n alucinando lo peor?

¿Qué van a hacer ahora? ¿Van a despedir a Danielle Dithurbide como corrieron a Pablo Reinah tras el escándalo de Florence Cassez?

¿Van a quitar a Denise Maerker para poner en su noticiario a alguien de Univision? ¿No hubiera sido más fácil pedir perdón y pasar a la siguiente nota del temblor?

Todos los medios llevaron la nota de Frida Sofía. ¡Todos! Pero ninguno le dedicó tanto tiempo a ese asunto como Noticieros Televisa.

¿Por qué? Quién sabe pero así fue y estos señores como que compraron, negociaron o amarraron la exclusiva porque colocaron su cámara en una posición estratégic­a a la que ningún otro medio tuvo acceso, atascaron su pantalla con logotipos y nos tuvieron toda una noche sin dormir.

Confundier­on una cobertura de emergencia nacional tipo Torres Gemelas con una historia de alto impacto como la de los mineros de Chile.

Pero como que en el último momento algo salió mal, sucedió lo que millones de personas vimos y sus enemigos, que no son pocos, se colgaron de eso hasta que se cansaron.

¿Cuál es la bronca? Que estamos en la antesala de un año que, por las elecciones, será el Super Bowl de todos los departamen­tos de noticias del país.

Nadie se puede dar el lujo de perder influencia. Nadie.

Qué pena que por esta historia se haya diluido el magnífico trabajo de decenas de personas que dejaron el alma cubriendo el terremoto para Televisa.

Qué pena que por falta de humildad se haya perdido tanto.

Por favor, queridos compañeros de Noticieros Televisa, no discutan. Recapacite­n, ejerzan la autocrític­a y ya no hagan cosas buenas que parezcan malas.

Lo cortés no quita lo valiente y esa idea de que para ser buen periodista hay que ser perfecto, duro, frío e implacable ya pasó de moda. ¿O usted qué opina?

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