Agua subterránea, un mundo desconocido
El 97% del agua en México se encuentra debajo de la tierra, y es parte esencial del ciclo del agua, resaltan expertos de la UNAM
La importancia de las aguas subterráneas es creciente, y no por azar: 97 por ciento del agua dulce del país está debajo de la tierra, y ha sido deficientemente estudiada lo que repercute en una toma de decisiones inadecuada. Investigadores del Instituto de Geografía de la UNAM urgen a que la nueva generación de leyes sobre el tema considere una ley específica en la materia. La propuesta ya tiene nombre: Ley del agua subterránea.
“Gracias a las aportaciones de la hidrogeología moderna así como de avances científicos y precedentes jurídicos en materia de regulación de agua subterránea de los últimas cinco décadas, ha sido posible formular una primera propuesta de ley en materia de agua subterránea, muy completa, en los más de 200 años del México independiente”, señala el documento.
¿Quiénes lo redactaron? Carmen Carmona Lara, José Joel Carrillo Rivera, Gonzalo Hatch Kuri, Rafael Huizar Álvarez y Marcos Adrián Ortega Guerrero, integrantes del cuerpo académico de los institutos de Investigaciones Jurídicas, de Geografía, Postdoctorado, de Geología y del Centro de Geociencias de la UNAM. Estos expertos destacan la trascendencia de que al discutirse la nueva Ley de aguas, el elemento esencial del agua sea explícitamente abordado y se establezcan las bases para su conocimiento, uso y regulación.
Ese desconocimiento tiene repercusiones serias, dice Huizar Álvarez en entrevista con MILENIO JALISCO. “Se están llevando a cabo evaluaciones y estudios sobre la disponibilidad del agua, de forma equivocada, debido a que no han querido actualizarse los métodos y técnicas para hacerlo; lo cual a su vez, está conduciendo a tomar decisiones equivocadas, donde hay gente que tiene agua, gente que no tiene agua, y se empieza a especular que hay que hacer la gestión integral del agua , y con esto garantizar el derecho humano al agua, pero esto de hablar que harán evaluaciones integrales y nuevos enfoques en los estudios del agua, si no se asumen las necesidades técnicas y legales, no van a lograr el cometido […] por ejemplo, se confunden cosas tan básicas como gestión de aguas superficiales y subterráneas; luego quieren administrar el agua subterránea como el agua superficial y no quiero decir que se tenga que hacer por separado, simplemente, que la unidad que se van a analizar tiene que ser distinta; la cuenca no puede ser igual al acuífero, más bien hay que ver que la dimensión de la cuenca coincida con un acuífero, teniendo como antecedente que un acuífero tendrá que cambiar también la connotación que tiene”.
Es decir, “el acuífero es una unidad de gestión y las dimensiones verticales y laterales son definidas de manera convencional […] pero los acuíferos tienen que responder a condiciones hidrogeológicas, esto quiere decir que hay distancias y profundidades en las cuales se mueve el agua, y es en base a esto a lo cual hay que apegarse…”.
Pero el problema va más allá de malas decisiones técnicas. Existe un riesgo real de que procedimientos tan cuestionados como el fraking (la fractura artificial de un manto rocoso para extraer hidrocarburos) hagan uso de ese conocimiento para beneficios al margen de los derechos colectivos. Otros aspectos es la obstinación de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en detonar grandes y costosas infraestructuras que implican una privatización del recurso, bajo un argumento de la escasez del agua que es endeble en la medida de que el agua subterránea, la más abundante, no forma parte de los abalances hídricos, secunda su colega José Joel Carrillo Rivera.
“Hay un desconocimiento grande sobre qué es el agua y en particular el agua subterránea; este estado desgraciadamente no es un privilegio de los tomadores de decisión; la sociedad en su conjunto está de forma manifiesta en esta circunstancia; cuando hemos platicado incluso con muchos profesionistas de agua, con químicos, o personas con presunto conocimiento del tema, damos con esa evidencia […] en la escuela enseñan que el agua se mueve en sistemas de flujo, las corrientes marinas, por ejemplo; lo interesante es que esto también pasa en el agua dulce, y de esto se habla poco o casi nada, lo cual implica que no se vea al agua subterránea como un sistema, sino que se ve de forma parcializada, incluso como si estuviera en un cajón o en una alberca”, añade.
Ese conocimiento deriva en plantear la complejidad y la enorme importancia de estudiar a detalle los flujos del agua subterránea, su relación con la superficial y cómo es vital para el mantenimiento de los ríos y las lagunas, destacan ambos.
El texto de la propuesta se puede consultar en: publicaciones.igg. unam.mx/index.php/ig/catalog/ download/102/97/301-1?inline=1).
Según la propuesta, “la política pública del agua no se refiere a la extracción sostenible de agua subterránea o superficial en forma separada, sino en conjunto[…] porque: a) Permite tener sentido sistémico del agua subterránea y su imbricación con el agua superficial y el sostenimiento de los ecosistemas; b) sirve para prevenir y controlar inundaciones; c) ayuda a controlar la inducción y bombeo de agua de calidad no deseable; d) permite evitar alteraciones por importación inducida de otros acuíferos (trasvases); e) es posible monito-
Hay un gran desconocimiento sobre qué es el agua (...) subterránea”. José Joel Carrillo INVESTIGADOR DE LA UNAM