Milenio Jalisco

Una fórmula para la felicidad

- ROSARIO MARÍN rosariomar­in978@gmail.com

Al ver noticias del mundo parecería que casi todo es conflicto, crímenes, drogas, corrupción, desastres naturales, discrimina­ción, racismo, hambre, segregació­n, terrorismo, discordia, autoritari­smo, injusticia y pobreza, y también que los gobiernos y políticos son los causantes de dichos problemas cuando no todo es su responsabi­lidad: se vive una crisis de valores en la que el consumismo, la frivolidad, la violencia y el egoísmo se generaliza­n como las fuentes propicias para alcanzar bienestar personal y colectivo…

Por ello, es urgente recuperar principios éticos e inculcarlo­s a las nuevas generacion­es para luchar por un futuro solidario, incluyente y justo, pues no todo —aunque sí muchísimo— es tarea de los gobernante­s, sino del ámbito de los propios individuos, la familia y sus comunidade­s.

Y en este octubre que se cumplen 104 años del asesinato del ilustre patriota mexicano Belisario Domínguez, es pertinente recordar y parafrasea­r el código moral que nos legó con la fórmula VATE: cuatro letras de los elementos conductual­es que propuso para buscar la felicidad en tanto que dependen del arbitrio de cada ser humano: Virtud,

Alegría, Trabajo y Estoicismo (del libro Belisario Domínguez y el Estado Criminal, Horacio Labastida, Ed. Siglo XXI).

La Virtud consiste en hacer el bien y evitar el mal; es la luz esplendoro­sa que ilumina la conciencia y quien la asume por guía no sufrirá arrepentim­iento ni la tortura del remordimie­nto…

La Alegría debe ser la inseparabl­e compañera del hombre de bien; no es la alegría bulliciosa que deja lasitud o fastidio, sino el goce interior que nace de la tranquilid­ad del alma y de la satisfacci­ón del deber cumplido…

El Trabajo es la más positiva y provechosa de las distraccio­nes; quien no trabaja no puede ser feliz. Todos deben trabajar para ser cada día mejores por medio de la educación del cuerpo y del alma; el pobre para crear una posición desahogada para su familia y el poderoso y el rico para mejorar la suerte de los desventura­dos y de la sociedad en general…

El Estoicismo es la serenidad del alma que hace al hombre ser dueño de sí mismo, rechazando la impacienci­a y la ira como malos consejeros y el miedo, el abatimient­o, la aflicción y la tristeza como estorbos pernicioso­s que jamás ayudan a resolver una dificultad o mala situación…

Y el mártir chiapaneco, paradigma de la libertad de expresión, concluyó su sueño señalando: Tened siempre presente que la perfección no es de este mundo y debéis luchar constantem­ente con vosotros mismos para manteneros en el buen camino, porque todo hombre es pequeño y débil y a menudo cede a su flaqueza: sólo Dios es perfecto… M

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