Margarita y Marichuy
Ochenta y seis personas registraron su intención de contender como candidatos independientes a la presidencia de la república, de esos, el INE ha otorgado constancia de participación a cuarenta. Del total de interesados, únicamente siete son mujeres. Entre esas siete mujeres, destacan dos, María de Jesús Patricio Martínez y Margarita Zavala, quienes muy probablemente, serán las únicas dos mujeres que aparecerán en la boleta.
Tanto Margarita Zavala como María de Jesús Patricio, simbolizan luchas distintas. Margarita Zavala no puede entenderse sin el PAN. Su renuncia al partido que le dio formación y discurso político no le otorga, per se, el mote de independiente. Su base política provendrá principalmente del PAN. Para perjurio de su campaña, carga con el enorme peso de ser esposa de Felipe Calderón, al que muchos mexicanos responsabilizan de que México sea hoy un territorio de sangre.
Por su parte, María de Jesús Patricio, carga con el sello del zapatismo y su lucha por la visibilidad y la dignidad de los pueblos indígenas. La liga al zapatismo pone en entredicho su calidad de independiente. Su base política provendrá de organizaciones vinculadas a la defensa de las comunidades indígenas, su cultura y territorios; organizaciones relacionadas a los derechos humanos y posiblemente, termine también por articular en su lucha política, a grupos tradicionalmente radicales, e incluso, a los que están clandestinos.
Margarita Zavala cree que su campaña levantará. En dos años, hemos visto que no tiene discurso, ni idea de nación. Margarita no inspira y no comunica. Carece de una personalidad atractiva, luce lenta y no engancha con la gente. En dos años, lo que parecía ser una candidatura interesante, se volvió un episodio monótono y hueco. Hay que esperar, ahora que es “independiente” si clarifica sus banderas y eleva su discurso y miras.
María de Jesús Patricio, no tiene el problema de Margarita. Aunque no parte de cero, —el zapatismo ha creado y posicionado un discurso— su candidatura es fresca y tiene la oportunidad de crear empatía y ensanchar su agenda. De igual forma, su candidatura es disruptiva y antisistema, parte de un nicho muy identificado desde el cual puede crecer.
Estas dos mujeres pueden jugar un papel decisivo en la contienda. Si, como dicen algunos, la candidatura de Marichuy, busca ser más testimonial, que de eficacia electoral, sus votos podrían engrosar alguna de las opciones de izquierda. Por su parte, si como dicen otros, lo de Margarita es una estrategia para mermar al Frente Ciudadano para beneficiar al PRI, la polarización entre el PRI y Morena, está cantada. En ocho meses lo sabremos.