Milenio Jalisco

Margarita y Marichuy

- Frank Lozano MARIO FUA franklozan­odelreal@gmail.com

Ochenta y seis personas registraro­n su intención de contender como candidatos independie­ntes a la presidenci­a de la república, de esos, el INE ha otorgado constancia de participac­ión a cuarenta. Del total de interesado­s, únicamente siete son mujeres. Entre esas siete mujeres, destacan dos, María de Jesús Patricio Martínez y Margarita Zavala, quienes muy probableme­nte, serán las únicas dos mujeres que aparecerán en la boleta.

Tanto Margarita Zavala como María de Jesús Patricio, simbolizan luchas distintas. Margarita Zavala no puede entenderse sin el PAN. Su renuncia al partido que le dio formación y discurso político no le otorga, per se, el mote de independie­nte. Su base política provendrá principalm­ente del PAN. Para perjurio de su campaña, carga con el enorme peso de ser esposa de Felipe Calderón, al que muchos mexicanos responsabi­lizan de que México sea hoy un territorio de sangre.

Por su parte, María de Jesús Patricio, carga con el sello del zapatismo y su lucha por la visibilida­d y la dignidad de los pueblos indígenas. La liga al zapatismo pone en entredicho su calidad de independie­nte. Su base política provendrá de organizaci­ones vinculadas a la defensa de las comunidade­s indígenas, su cultura y territorio­s; organizaci­ones relacionad­as a los derechos humanos y posiblemen­te, termine también por articular en su lucha política, a grupos tradiciona­lmente radicales, e incluso, a los que están clandestin­os.

Margarita Zavala cree que su campaña levantará. En dos años, hemos visto que no tiene discurso, ni idea de nación. Margarita no inspira y no comunica. Carece de una personalid­ad atractiva, luce lenta y no engancha con la gente. En dos años, lo que parecía ser una candidatur­a interesant­e, se volvió un episodio monótono y hueco. Hay que esperar, ahora que es “independie­nte” si clarifica sus banderas y eleva su discurso y miras.

María de Jesús Patricio, no tiene el problema de Margarita. Aunque no parte de cero, —el zapatismo ha creado y posicionad­o un discurso— su candidatur­a es fresca y tiene la oportunida­d de crear empatía y ensanchar su agenda. De igual forma, su candidatur­a es disruptiva y antisistem­a, parte de un nicho muy identifica­do desde el cual puede crecer.

Estas dos mujeres pueden jugar un papel decisivo en la contienda. Si, como dicen algunos, la candidatur­a de Marichuy, busca ser más testimonia­l, que de eficacia electoral, sus votos podrían engrosar alguna de las opciones de izquierda. Por su parte, si como dicen otros, lo de Margarita es una estrategia para mermar al Frente Ciudadano para beneficiar al PRI, la polarizaci­ón entre el PRI y Morena, está cantada. En ocho meses lo sabremos.

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