Cerca, sí, también lejos
L a grandilocuencia como único signo válido de futuro. La prisa. El ansia porque todo cambie. La desconfianza; sospecha, luego averiguas. La certeza en que la política es inmutable y negativa. La seguridad en que nomás nosotros, de uno en uno, miramos a lo social con objetividad. La desesperanza compartida: hagamos lo que hagamos (lo pensamos y lo decimos) da igual, lo único fiel es el impensado acto de rascarse cada cual su propia comezón.
El diagnóstico, aunque es un exceso llamarlo así, del párrafo previo es también efecto de las condiciones que traza; espiral que se nutre a sí misma, día con día el vórtice se vuelve más pernicioso y deja como secuela la noción de que no tenemos remedio; pero no es sino una hipérbole apurada por las subyugantes emergencias cotidianas, las de la inseguridad, las de la sorda y tenaz crisis económica, las que apura el creernos solos. Lo cierto es que, si miramos despaciosamente lo que nos rodea para darnos el lujo de reconocer los gozos que sí experimentamos y advertir los portentos que sí suceden, mínimos o cósmicos, comprobaremos que el catastrofismo es apenas una vía de escape inercial; con todo y lo que nos aqueja, no poco y no menor, la posibilidad de un destino diferente suele dejar hebras a nuestro alcance, tirar de ellas puede cambiar la historia.
Uno de los filamentos que escapa de la maraña perversa que hoy son los asuntos comunes, es la Comisión de Selección que el Congreso creó para elegir a quienes formarán el Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción de Jalisco. Nueve hombres y mujeres impermeables a los poderes tradicionales, formales o fácticos, que desde el 19 de septiembre pasado están en labor intensa, no sólo para escoger a cinco personas que puedan ser caracterizadas como las mejores, sino a individuos capaces de atender su encomienda colegiadamente y de sumar sin conflicto sus personales capacidades y aptitudes. Uno, una de los cinco presidirá el Sistema entero, y el grupo intervendrá en los nombramientos del Auditor Superior, de los magistrados del Tribunal de Justicia Administrativa, del Fiscal Anticorrupción y del Fiscal General del estado.
No se trata de hacer un panegírico de lo cosmético, es decir, de las muecas que la clase política hace de cuando en cuando para mostrar que se allana a la gobernabilidad; porque la Comisión, vista a lo lejos y contrastada con el objetivo que la ley le asigna, parecería estar en un trance fácil: nueve honrados y prestigiosos deben optar por cinco personajes de entre quienes se anotaron como aspirantes. No ha sido fácil, ni remotamente; entre el origen y el fin de su encargo han tenido que inventarse como organismo, prácticamente desde cero, y atender la logística de su encargo (crear un sitio de internet, diseñar el contenido, tener teléfono, una caja fuerte, papelería, etc.), hacerse de personal y darle material e instrumentos para que hagan su chamba de mes y medio; se reúnen en sedes distintas, van y vienen, leen una pila de documentos para evaluar a los pretendientes, se apersonaron para testificar el cierre del plazo de la convocatoria, responden a los medios de comunicación y lo que todavía falta: entrevistar a los finalistas, 24, y luego, en cónclave, debatir para dar con los cinco, dos hombres y tres mujeres, o viceversa, y todo, lo hecho y lo por hacer, abrazados a un imperativo: la transparencia; el público debe tener al alcance, muy rápido, y así ha sido, la información que generan para que ninguna filtración, para que ninguno de los maloras de siempre empañen su afán. Ha sido emocionante y esperanzador ver a la Comisión de Selección en funciones, ha puesto la muestra: sí se pueden enfrentar las cosas públicas de un modo otro; creo que podemos esperar un buen cierre de su esfuerzo, un Comité de Participación Social hecho a imagen y semejanza de los deseos de la sociedad por erradicar la corrupción, por recomenzar desde otra lógica.