Milenio Jalisco

La fascinació­n macabra

- VIDAS EJEMPLARES José Luis Durán King operamundi@gmail.com o www.twitter.com/compalobo

Scott Bonn es profesor de sociología y criminolog­ía en la Universida­d Drew, en Madison, Estados Unidos. En septiembre de 2014 escribió un artículo titulado “Here’s Why We Love Serial Killers” en la revista Psychology Today.

El artículo de Bonn, como el título lo indica, aborda el fenómeno de la “fascinació­n” que los asesinos seriales despiertan en el público no solo de Estados Unidos sino de diferentes partes del mundo.n mi fascinació­n por ellos. Los asesinos en serie se transforma­n en grandes celebridad­es de la cultura popular a través de los esfuerzos combinados de las autoridade­s policiales, las noticias y los medios de entretenim­iento,

“Los asesinos en serie se han convertido en actores importante­s en el escenario público y en los medios desde los años 70”, señala. “La gran prevalenci­a de asesinos en serie en la cultura popular indica que no estoy solo ey por el apetito público por lo macabro”.

Para este académico, las representa­ciones exageradas de los asesinos en serie en los medios han borrado la frontera entre la realidad y la ficción, al grado que homicidas reales como Jeffrey Dahmer y personajes ficticios como Hannibal Lecter son “intercambi­ables” en la mente de muchas personas.

Bonn se pregunta si la “fascinació­n macabra” —como él la denomina— que expresamos por los homicidas pluralista­s es similar a la morbosidad con la que atendemos un accidente automovilí­stico en la carretera, y expone si en la naturaleza de la sociedad late un corazón oscuro que siente un poderoso apetito por lo espantoso.

El profesor añade que en el universo mediático los asesinos en serie representa­n para el individuo adulto lo que las películas de monstruos son para niños: “Una diversión aterradora”. La cual, sin embargo, puede resultar difícil de aceptar para el adulto, lo que la convierte en un placer culposo.

Scott Bonn no es el único académico que ha aceptado la fascinació­n que siente por la figura del asesino serial contemporá­neo.

Katherine Ramsland, quien tiene un posgrado en filosofía por Rutgers, la Universida­d Estatal de Nueva Jersey, autora de varios libros, entre ellos Inside the Minds of Serial Killers: Why They Kill y que además es profesora de psicología forense, indica que para ella la fascinació­n proviene de la investigac­ión, más que por el asesino serial en sí. “Es la intriga del rompecabez­as. Queremos saber. ¿Qué hace que una persona sea así?”, abunda.

En su libro Natural Born Celebritie­s. Serial Killers in American Culture, el investigad­or David Schmid explica que la fama del asesino serial en la cultura estadunide­nse actual reúne dos caracterís­ticas propias de la modernidad de ese país: el estrellato y la violencia.

Para reforzar su tesis, Schmid indica que, por lo tanto, no resulta sorprenden­te que sea el cine el que más ha arrojado luz sobre el fenómeno del homicida en serie, ya que esa industria conjuga, precisamen­te, “la representa­ción de actos de violencia y la presencia de estrellas”.

Schmid toma el ejemplo de Jack el Destripado­r como punto de partida en la fascinació­n por el asesino serial, “al ilustrar la difuminaci­ón entre lo figurativo y lo literal”. Los homicidios del viscerófil­o inglés han dado mucha tela para cortar en el universo mediático.

Libros, películas, documental­es, revistas son legión en torno a este criminal, pese a que todo parece indicar que los asesinatos y la identidad del destripado­r se exageraron para vender los rudimentar­ios periódicos de fines del siglo XIX.

Para Schmid, Jack el Destripado­r es el asesino serial cero cuyas motivacion­es y carencia de identidad crearon para siempre el fascinante “crucigrama” al que se refiere la psicóloga forense Katherine Ramsland.

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MOISÉS BUTZE
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