La fascinación macabra
Scott Bonn es profesor de sociología y criminología en la Universidad Drew, en Madison, Estados Unidos. En septiembre de 2014 escribió un artículo titulado “Here’s Why We Love Serial Killers” en la revista Psychology Today.
El artículo de Bonn, como el título lo indica, aborda el fenómeno de la “fascinación” que los asesinos seriales despiertan en el público no solo de Estados Unidos sino de diferentes partes del mundo.n mi fascinación por ellos. Los asesinos en serie se transforman en grandes celebridades de la cultura popular a través de los esfuerzos combinados de las autoridades policiales, las noticias y los medios de entretenimiento,
“Los asesinos en serie se han convertido en actores importantes en el escenario público y en los medios desde los años 70”, señala. “La gran prevalencia de asesinos en serie en la cultura popular indica que no estoy solo ey por el apetito público por lo macabro”.
Para este académico, las representaciones exageradas de los asesinos en serie en los medios han borrado la frontera entre la realidad y la ficción, al grado que homicidas reales como Jeffrey Dahmer y personajes ficticios como Hannibal Lecter son “intercambiables” en la mente de muchas personas.
Bonn se pregunta si la “fascinación macabra” —como él la denomina— que expresamos por los homicidas pluralistas es similar a la morbosidad con la que atendemos un accidente automovilístico en la carretera, y expone si en la naturaleza de la sociedad late un corazón oscuro que siente un poderoso apetito por lo espantoso.
El profesor añade que en el universo mediático los asesinos en serie representan para el individuo adulto lo que las películas de monstruos son para niños: “Una diversión aterradora”. La cual, sin embargo, puede resultar difícil de aceptar para el adulto, lo que la convierte en un placer culposo.
Scott Bonn no es el único académico que ha aceptado la fascinación que siente por la figura del asesino serial contemporáneo.
Katherine Ramsland, quien tiene un posgrado en filosofía por Rutgers, la Universidad Estatal de Nueva Jersey, autora de varios libros, entre ellos Inside the Minds of Serial Killers: Why They Kill y que además es profesora de psicología forense, indica que para ella la fascinación proviene de la investigación, más que por el asesino serial en sí. “Es la intriga del rompecabezas. Queremos saber. ¿Qué hace que una persona sea así?”, abunda.
En su libro Natural Born Celebrities. Serial Killers in American Culture, el investigador David Schmid explica que la fama del asesino serial en la cultura estadunidense actual reúne dos características propias de la modernidad de ese país: el estrellato y la violencia.
Para reforzar su tesis, Schmid indica que, por lo tanto, no resulta sorprendente que sea el cine el que más ha arrojado luz sobre el fenómeno del homicida en serie, ya que esa industria conjuga, precisamente, “la representación de actos de violencia y la presencia de estrellas”.
Schmid toma el ejemplo de Jack el Destripador como punto de partida en la fascinación por el asesino serial, “al ilustrar la difuminación entre lo figurativo y lo literal”. Los homicidios del viscerófilo inglés han dado mucha tela para cortar en el universo mediático.
Libros, películas, documentales, revistas son legión en torno a este criminal, pese a que todo parece indicar que los asesinatos y la identidad del destripador se exageraron para vender los rudimentarios periódicos de fines del siglo XIX.
Para Schmid, Jack el Destripador es el asesino serial cero cuyas motivaciones y carencia de identidad crearon para siempre el fascinante “crucigrama” al que se refiere la psicóloga forense Katherine Ramsland.