Octubre, el mes rosa
Octubre se ha consagrado para sensibilizar al mundo sobre el cáncer de mama: la Organización Mundial de la Salud calcula 1.38 millones de casos y 458 mil muertes al año.
En el continente americano, el cáncer de todo tipo es la segunda causa de mortandad y se estima que, anualmente, 2.8 millones de personas son diagnosticadas y 1.3 fallecen; más de la mitad con menos de 65 años, en plenitud, pues la esperanza de vida promedia los 78 años.
Según diversos estudios, el cáncer —enfermedad relativa a las células del organismo— se puede controlar con estrategias de prevención, tamizaje, detección temprana y tratamientos y cuidados paliativos. Y ha sido posible identificar factores de riesgo comunes: consumo de tabaco, baja ingesta de frutas y hortalizas, uso nocivo del alcohol, falta de actividad física, infecciones del virus del papiloma humano, hepatitis By C y la bacteria Pylori. Pero la enseñanza de estilos de vida saludables ayuda a su mitigación.
El cáncer mamario es el más frecuente en las mujeres, pero si se detecta oportunamente con técnicas de autoexploración, revisiones periódicas y mastografías, existen altas posibilidades de curación.
Toda enfermedad es una crisis, pero el cáncer tiene como particularidades que además de afectar física y mentalmente al paciente genera impacto emocional en sus seres queridos por su contexto de permanente incertidumbre, aunado a que las quimio y radioterapias son muy duras y onerosas y los servicios de salud no son suficientes para alcanzar una cobertura aceptable, pues solo 20 por ciento de la población mundial accede a diagnósticos y tratamientos adecuados y, en 2012, se contabilizaron más de 8 millones de muertes en el orbe (OMS).
Actualmente, la humanidad alcanza niveles de progresos inimaginables, como las tecnologías de la información que permiten comunicarnos con voz, datos e imágenes en tiempo real desde cualquier parte del mundo o la ingeniería robótica, pero contradictoriamente aún no se logra identificar los orígenes del cáncer para evitar su aparición ni tampoco ofrecer niveles justos de atención a quienes requieren tratamiento…
Y dicha enfermedad no hace distingos, como fue con la experiencia de mi madre, lo sufren personas de gran calidad humana, generosidad y bondad… Pero aún más doloroso es que significa una de las principales causas de mortalidad infantil.
Mi admiración y gratitud a los científicos, oncólogos, enfermeras y organizaciones públicas y sociales que luchan con pasión humanitaria para controlar y curar el cáncer. Y a Dios ruego por la recuperación de aquellos niños, mujeres y hombres que hoy lo padecen…