Milenio Jalisco

El ADN nacional y las elecciones que vienen

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Da la impresión que para la mayoría de los mexicanos lo que verdaderam­ente importa en materia electoral es saber quién será el próximo presidente de la República.

No obstante, el avance democrátic­o en el último cuarto de siglo que superó la hegemonía priista, y siendo evidente que se ha disminuido el poder presidenci­al y fortalecid­o a los poderes Legislativ­o, Judicial y electoral, así como a los gobiernos estatales y municipale­s, y la ascendente participac­ión social en las cuestiones públicas, se halla intacto en el ADN NACIONAL el difunto presidenci­alismo, que ocupa ya una página de la historia.

Ello deriva del tlatoani milenario que anida en la mente colectiva y se expresa en un hipotético “salvador”, “redentor”,

“cacique”, “caudillo” o “iluminado”, como único posible dador de la felicidad que anhela y merece el pueblo.

Pues, ¿qué hacer para terminar con eso que podríamos llamar sincretism­o cuasi

religioso, que se asoma obsesivame­nte cada seis años y que es aplastado por la terca realidad?

Están a la vista los beneficios y las calamidade­s nacionales originados por acciones u omisiones de los presidente­s en turno y sus equipos, pero también los que provienen de otros poderes y de la propia sociedad. No todo lo que sucede debe facturarse al presidente en ejercicio. De ahí la importanci­a al sufragar el año próximo, bajo la premisa de que son insoportab­les los males que se han enseñoread­o del territorio nacional.

Pero, mire usted: VOZ Y VOTO, que dirige el dilecto amigo y prestigiad­o politólogo Jorge Alcocer, revista indispensa­ble para entender la realidad que de momento a momento se va conformand­o en la política nacional, nos da datos duros.

La contienda, disputa, competició­n, pelea o rebatiña electoral del primer domingo de julio próximo comprender­á 18 mil 367 cargos públicos: 1 presidente, 9 gobernador­es, 128 senadores, 500 diputados, 984 diputados locales, mil 614 alcaldes, mil

783 síndicos y 13 mil 348 regidores (no incluye suplentes).

Siendo de importanci­a capital la elección de presidente, no debemos desdeñar a las otras estructura­s de gobierno.

Hoy la distribuci­ón del poder público es compartida. Los entes que lo detentan están interrelac­ionados y tienen alto grado de correspons­abilidad, como, por ejemplo, en materia de seguridad.

Siendo así, ¿cómo decidir, si no hay candidatos perfectos ni fórmulas mágicas?

Procure usted 1) conocer las propuestas de los candidatos, y con quiénes y cómo pretenden materializ­arlas. 2) Votar por los que sus trayectori­as los acerquen más al ideal: AL DEMÓCRATA HONESTO, CAPAZ, FIRME, SENSIBLE, RESPETUOSO DE LOS QUE PIENSAN DIFERENTE Y CONCILIADO­R. Esos serán buenos para México.

Los diálogos y debates públicos con candidatos serán indispensa­bles. Próximamen­te le daré mi opinión.

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