Jalisco ante el año electoral
Para muchos, el año electoral en Jalisco ya empezó. Y desde hace rato. Desde el autodestape de Enrique Alfaro a la gubernatura en el informe-mitin del 12 de septiembre pasado -que naturalmente él lo niega, aunque sea obvio con su “refundación”-, las demás piezas han acelerado el paso. Ni las evidencias mostradas en encuestas y tendencias han sido suficientes para que sus posibles alternantes definan siquiera una estrategia. Pese a sus fallas y uno que otro exabrupto, el alcalde tapatío se enfila y anuncia que será quizá en la segunda quincena de noviembre cuando decida su participación ya tan manifiesta, lo cual removerá muchas otras posiciones dentro de su equipo.
Y en el palacio de enfrente no deja de hablarse en torno a los “cambios” en la administración de Aristóteles Sandoval. El relevo del secretario de Salud, Antonio Cruces, una figura rápidamente desgastada y con cuestionamientos serios incluso de la Auditoría Superior de la Federación que no fueron bien aclarados, llevó hace unos días a la designación como sustituto al panista Alfonso Petersen Farah, lo que levantó una ola de especulaciones y, de hecho, motivó el anticipo del Gobernador a que podría haber más remociones. La verdad es que el caso de Cruces seguramente no obedece a las pretensiones políticas del mismo en busca de la alcaldía de Zapopan, ya que sería presa más que fácil por sus antecedentes, además de que no se piense que otros priistas interesados en dicha candidatura se quedarán cruzados de brazos, como el senador Jesús Casillas, quien ha “lucido” en la Cámara Alta con trabajo y numerosas iniciativas, según evaluaciones periodísticas nacionales. Y no es tampoco el único aspirante tricolor a retar la intención de reelegirse del emecista Pablo Lemus que ya la siente en la bolsa.
Más bien da la impresión, que el gobernador Sandoval ya empezó a quitarse lastres y tratar de salir lo mejor librado y limpio que se pueda en la contienda. Pero para ello habrán de dirimirse muchas otras situaciones. Incorporar a Petersen parece tiro de tres bandas, si bien vale la pena recordar que se trata de una figura que en su esfera es bien respetada. Incluso, ya dentro del régimen de Enrique Peña Nieto, ocupó el cargo federal de secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Salud. Así que para él colaborar en un gobierno distinto al de su partido, ni es incompatible ni nuevo.
Más difícil será para el Gobernador apuntalar al candidato del PRI que se opondrá a Alfaro. Se sabe que Arturo Zamora -por hoy el político jalisciense de mayor influencia y peso nacional-, no está simplemente deshojando la margarita. Sabe que es el que más apoyos tendrá una vez definida la candidatura presidencial de su partido, lo que implicaría también la toma de decisiones adelantadas para acomodar a su modo la estructura actual estatal. Ciertamente, Zamora estaría en la boleta sólo con un alto grado de probabilidades de no venir únicamente a que le repitan la dosis.
Quizá no estaría de acuerdo en la separación propuesta de la Fiscalía General del Estado y lo que serían funciones, en reversa, de la Secretaría de Seguridad Pública, fórmula distinta a la fusión promovida por él mismo y que significó la designación a toda costa y hasta con cambios a las leyes, para que el nuevo cargo lo ocupara Luis Carlos Nájera. Y es hora que no sabemos si lo que se antoja un claro fracaso de tal fusión fue realmente porque la estructura no funcionó o porque el autoritarismo de Nájera y las parsimonias de su sucesor, Eduardo Almaguer -hoy también aspirante al Gobierno-, terminan por dejar endeble lo que originalmente se pretendió. Lo que sí es un tino, por supuesto, es que la Fiscalía General llegue a la auténtica autonomía, a menos que quede en un sueño más para la justicia en Jalisco.
Por lo pronto, lo que se empieza a advertir en el estado es cierta incertidumbre sobre lo que nos espera para el año electoral ya tan próximo. Habrá nuevos cambios, ni duda cabe. A la Fiscalía, por ejemplo, llegaría Servando Sepúlveda, lo que concretaría, dicen algunos, sus anhelos de hace por lo menos tres décadas. Pero lo que inquieta es si todo ello servirá de alguna forma para transitar hacia la seguridad ciudadana, golpeada aquí incesantemente por el hampa, robos, atracos de todo tipo y el imperio de un poderoso cártel.
De la misma forma, los cambios tenderán al menos a alterar muchos programas de gobierno que están en marcha en distintos órdenes, como también el interinato de Enrique Alfaro y de otros munícipes necesariamente repercutirá en la marcha normal de las administraciones. Igual a nivel estatal como en los ayuntamientos y en el Congreso local. Hay que agregar que a nivel federal también se dará una verdadera feria de cambios y, todo ello, en el marco de sucesos importantes en el terreno económico.
El tema es si los políticos, en sus avatares y aspiraciones por saltar puestos, consideran de vez en vez que Jalisco no puede vivir y avanzar entre sus brincos trienales y sexenales. Ojalá y hagan política, de la buena, y no perturben ni detengan la prosperidad del estado por el año electoral. Ojalá.