Bernie Ecclestone, el millonario que logró fabricar la Fórmula 1
El magnate inglés se pasó más de 40 años de su vida dándole forma a un deporte que lo apasiona
La historia de las pruebas automovilísticas se remonta a 1884, cuando en Francia y otros países de Europa aún no había lugares establecidos para enmarcar las jornadas de velocidad que en la actualidad se han convertido en eventos deportivos sofisticados y con aporte económico importante.
Entonces, las carreras formaban parte de logísticas específicas de las compañías y lugares que organizaban dichos encuemtros, los Grandes Premios se conjuntaron en una Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y a partir de 1950 se organizó el primer Campeonato Mundial de Pilotos.
Si bien las contiendas ya comenzaban a tener una línea específica, delineada desde finales de la Segunda Guerra Mundial, la sofisticación y el rango de evento premium que caracteriza a los circuitos recorridos por autos que corren a una velocidad importante y en poco tiempo se lo dio un ciudadano inglés, quien a los 16 años dejó la escuela para perseguir su pasión.
En 1930 nació Bernard Bernie Ecclestone, en Suffolk, Inglaterra. Su padre era pescador y su madre ama de casa.
El instinto empresarial lo desarrolló desde joven. En su escuela se dedicaba a vender bollos para sacar dinero, y con las ganancias pagaba a niños grandes para que lo protegieran.
Ecclestone es considerado uno de los pilares de toda la gestión actual de la Fórmula 1, pues fue quien supo explotar la idea y añadir servicios que contribuyeron a crear toda una atmósfera en la que no están involucrados solo los vehículos, sino también sectores como el gastronómico, hotelero y por supuesto, el turístico.
Lo anterior le ayudó a amasar una fortuna de 3 mil millones de dólares, según la revista Forbes. Mientras cursaba sus estudios en la West Central Secondary School de Darford, Bernard decidió que pasar horas sentado para escuchar cátedra no era lo suyo; en cambio, optó por trabajar en fábricas de gas locales y con el dinero que ganó solventó sus pasatiempos: los carros y las motocicletas. Sería quizá el acierto más grande de su vida. Al inicio quería explotar su pasión como corredor. Fue así que en 1949 tuvo su primera participación como piloto en la Fórmula 3. Además, comenzó una asociación con Fred Compton (Caompton & Ecclestone) para comercializar piezas y repuestos para motocicletas. Luego de un accidente en el que aterrizó en un estacionamiento al interior de la pista, decidió que quizá su futuro sí estaría en la industria, pero no precisamente como piloto. Entonces, compró la escudería Connaught —que debutó en 1952— y se convirtió en el manager de Stuart Lewis, con quien tuvo su primera derrota. El piloto murió en el Gran Premio de Marruecos, lo que hizo que Ecclestone abandonara por un tiempo las competencias. En 1972 el inglés ingresó a las mesas de decisión de los Grandes Premios al comprar el equipo Brabaham Racing Organisation. Ese momento coincidió con la formación de la Asociación de Constructores de Fórmula 1 (FOCA, por sus siglas en inglés) y fue ahí donde conoció a su próxima mano derecha: el ex presidente de la FIA, Max Mosley. En la élite de FOCA, el paso decisivo lo dio en 1978 al tomar el control de esta; en ese mismo año decidió fundar la empresa Formula One Promotios and Administration (FOPA), con la que creó un plan para reinventar la logística de las carreras. Su plan involucraba la gestión de las ganancias televisivas: 47 por ciento para escudería, 30 para la FIA y 23 para FOPA. De ahí, las ventas de la corporación se incrementaron de forma importante. Tuvieron que pasar 40 años de trabajo como la figura más importante de toda la Fórmula 1 para que el empresario que se gestó en el mundo del automovilismo dejara junto con su personalidad desenfadada el frente de la organización. En enero pasado la revista alemana Auto, Motor, und sport anunciaba que Ecclestone era destituido como director de la F1, en su lugar llegó Chase Carey.