¿Por qué nos gusta sentir el miedo?
LA EXPLICACIÓN DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOLÓGICO El suspense, las historias macabras y los momentos de pánico que reproducen las películas de terror, nos atraen
No le gustaba siquiera abrir la puerta para encender la luz porque temía (era algo tan estúpido que no se atrevía a contárselo a nadie) que, mientras tanteaba en busca del interruptor, una garra espantosa se posara sobre su muñeca… y lo arrebatara hacia esa oscuridad que olía a suciedad, humedad y hortalizas podridas. ¡Qué estupidez! No existían monstruos con garras peludas y llenos de furia asesina. De vez en cuando, alguien se volvía loco y mataba a mucha gente (a veces Chet Huthley contaba cosas de esas en el informativo de la noche), y también estaban los comunistas, por supuesto, pero ningún monstruo horripilante vivía en el sótano. No obstante, la idea persistía”.
Este es un fragmento del primer capítulo de la novela It de Stephen King, un texto magistral sobre un maléfico payaso secuestraniños que ha hecho de la ciudad de Derry su coto de caza. Su versión cinematográfica, dirigida por Andy Muschietti, se estrenó el pasado septiembre y ha logrado un enorme éxito de taquilla.
Otro de los nuevos títulos de terror de esta temporada es Annabelle: Creation, precuela de Annabelle, que era a su vez un spin-off de la película de 2013 Expediente Warren: The Conjuring.
Estos y otros títulos del género han sido acogidos con gran entusiasmo. A pesar de la tensión, el desasosiego y las escenas espeluznantes, el éxito de estas películas es notable.
Parece que al público le gusta pasar miedo. Pero, ¿qué sabemos sobre el miedo?
“Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad”, explica la psicóloga Amaya Terrón.
“Puede decirse que el miedo resulta desagradable para quien lo padece. Esta emoción, sin embargo, también funciona como un método de supervivencia, ya que pone en alerta a las personas y a los animales frente a una amenaza. De esta manera, una cebra que siente miedo por los leones, huirá apenas advierta la presencia de su depredador. Algo similar hará un hombre que, al escuchar disparos, se pone a resguardo por miedo a resultar herido”, añade.
La especialista aclara que existen miedos innatos, inherentes a la propia especie, y miedos adquiridos mediante el contacto con el ambiente y que se instauran por aprendizaje.
Ejemplo de miedos innatos, aquellos con los que nacemos, son el miedo a los ruidos fuertes, a determinados animales, a la oscuridad o a la muerte, entre otros.
Los miedos adquiridos “tienen que ver con la percepción de riesgo por la que interpretamos ciertas situaciones que comprometen, no solo nuestra supervivencia sino nuestra integridad física y emocional. Principalmente se adquieren por aprendizaje en interacción con el medio”, precisa.
“Desde el punto de vista de la psicología, el miedo sería una respuesta adaptativa que nos protege de determinados estímulos que interpretamos, de forma innata o adquirida, como dañinos para nuestra supervivencia y bienestar físico y psicológico”, dice.
La psicóloga indica que nos produce miedo todo aquello que no conocemos ni controlamos. “El miedo por excelencia en el ser humano es a la muerte, porque no sabemos nada acerca de ella; no entendemos cómo podemos dejar de existir; no la hemos experimentado ni la controlamos y supone una incertidumbre tal que nos aterra”, detalla. Grandes títulos del cine de terror como El exorcista, Poltergeist o El resplandor basan su éxito en historias salpicadas de fenómenos sobrenaturales.
Amaya Terrón manifiesta que las películas: “buscan el miedo a través del desconocimiento, de lo incontrolable y se centran en cosas que nunca hemos experimentado y para las que no tenemos reglas ni forma de entender”.
“Lo sobrenatural, aquello sobre lo que nadie sabe, lo oculto y desconocido es su baza principal”, apunta.
Terrón explica que las películas de miedo “nos ponen frente a estímulos que nos provocan miedo e incluso terror, pero como meros espectadores, por lo que podemos experimentar la sensación sin el riesgo evidente que supone. Nos gusta controlar y poner a prueba hasta nuestras emociones más disruptivas o impredecibles”, dice.
“De hecho, son estas sensaciones de incertidumbre y miedo lo que vamos buscando cuando vemos películas de terror. Un miedo controlado en escenarios complejos pero ajenos a las consecuencias que supondría estar dentro de ellos”, concluye.