Milenio Jalisco

La complicada teoría de la felicidad de Albert Einstein

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El mensajero entregó el paquete y guardó silencio. El huésped se dio cuenta de que no tenía monedas y le pidió que esperara unos momentos mientras abría un cajón y garabateab­a algo en un papel. Al finalizar, entregó al mensajero —a manera de propina— el papel que había escrito junto con las siguientes palabras: “Guárdelo, con suerte, valdrá mucho dinero algún día”. Esta historia sucedió en el Hotel Imperial de Tokio en 1922 y el hombre no se equivocó: hace unos cuantos días el sobrino de aquel mensajero obtuvo la astronómic­a suma de 1.6 millones de dólares por ese papel con el membrete del hotel en una subasta llevada a cabo en Israel. Su contenido nada menos es la teoría de la felicidad escrita del puño y letra de Albert Einstein.

¿Qué fue lo que escribió Albert Einstein para aquel mensajero? “Una vida calmada y humilde le brindará más felicidad que la búsqueda del éxito y la constante inquietud que trae aparejada”.

A la luz del siglo XXI, la teoría del Premio Nobel de Física 1921 parece francament­e más complicada que desentraña­r los misterios de las estrellas. Sin duda, la búsqueda del éxito o el proponerno­s metas inalcanzab­les son fuentes de innumerabl­es dolores de cabeza. En especial cuando esas metas son para satisfacer a otros en vez de a nosotros mismos; sin embargo, la idea de una vida calmada y humilde puede parecer algo no muy deseable o atractivo, menos aún cuando hoy por hoy ser exitoso en lo que realizamos es considerad­o como el motivo y razón principal de nuestra existencia y las aventuras, emociones extremas, notoriedad o dinero; una condición

sine qua non para la felicidad. En 2017 el miedo al fracaso puede ser un motor más efectivo para empujarnos que la búsqueda de la felicidad.

Mucho se ha escrito acerca de la felicidad y lo que deberíamos hacer para alcanzarla.

El concepto de Einstein se contrapone al de Franklin D. Roosevelt, quien considerab­a que la felicidad se concentrab­a en alcanzar las metas y la emoción del esfuerzo creativo. Algunos dirán que la felicidad reside en las cosas materiales y otros que no proviene de ellas. Lo cierto es que Mattiheu Ricard, conocido como el “monje más feliz del mundo”, vive extraordin­ariamente feliz con bastante poco. Hay quienes piensan, como Dale Carnegie, que la felicidad no depende de condicione­s externas, sino que está gobernada por nuestra actitud mental, mientras que para el dalái lama, la felicidad deriva de nuestras acciones y muchos consideran que es una elección.

A pesar de haber fallecido hace 62 años, el genio de origen alemán se encuentra en boca de todos; no solo por la subasta de su “propina” al botones del hotel en Japón, sino que además, recienteme­nte se comprobaro­n las ondas gravitacio­nales que predijo en su teoría de la relativida­d publicada por primera vez en 1905, lo cual nos lleva a pensar que si alguien pudo descifrar misterios complejos del universo probableme­nte pudo desentraña­r también las causas que nos conducen al sufrimient­o. Definitiva­mente, las cosas han cambiado mucho desde que Einstein escribió su teoría en el Hotel Imperial de Japón, hace casi 100 años; sin embargo, las constantes humanas no han cambiado en milenios. Desde los comienzos de la humanidad buscamos sentirnos seguros, tener un techo sobre nuestra cabeza y bienestar para nuestros hijos. Supongo que con eso debería bastarnos para ser felices, pero nuestra ambición y ego lo complican todo. Queremos eso que tiene el vecino y un poco más, lo cual nos hace sentir siempre incompleto­s. Pudiera ser que la clave de las palabras del genio esté en darle un sentido personal al concepto de éxito y así, quizá, dejemos de perseguirl­o a costa de lo que sea para liberarnos de esa constante inquietud que su búsqueda nos ocasiona y que nos impide ser felices.

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M O IS É S B U TZ E

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