Trump y el abismo
Alguien podría decir: miren, ahí está Trump y no se acabó el mundo.
Como si el mundo se pudiera acabar en un año.
El mundo está bastante peor que hace un año, y nada indica que caminará para mejor. Había que creerle a Trump, porque de algo nadie se podrá quejar: ha cumplido buena parte de lo prometido.
Para los mexicanos así ha sido, el TLC está en peligro, los paisanos la están pasando muy mal y viven con miedo, los recientes anuncios sobre la visa TPS que afectará a decenas de miles de centroamericanos afectará al país, el dólar está arriba de 19 y la inversión estadunidense sigue en suspenso mientras se decide no solo el acuerdo comercial, sino la reforma fiscal. Los gestos del gobierno mexicano no han alcanzado y la relación está en un mal momento. Como la de Estados Unidos con el mundo, desconcertado.
Respecto a lo que sucede en Estados Unidos, prefiero citar a Andrew Sullivan, uno de los más lúcidos intelectuales estadunidenses, conservador, por cierto.
“El Congreso está paralizado, reducido por completo a inundar el poder judicial de la extrema derecha; no puede aprobar una legislación significativa ni llegar a ningún acuerdo sobre nada, sin que Trump lo socave. La burocracia está conmocionada y desmoralizada; el Departamento de Estado es un páramo; la prensa se ha hundido aún más en el desdén público. La policía es vista cada vez más como incapaz de error o moralmente sospechosa. El control civil esencial de los militares se ha debilitado, con el honor de un general ahora desplegado como una forma de jugar defensa política frente a la prensa.
“El discurso ha llegado a niveles subtabloide; la autoridad de los tribunales se ha visto debilitada por sus propios excesos y la negativa de Trump a seguir las normas constitucionales fundamentales. Las instituciones neutrales que podrían ser capaces de poner un alto al presidente, como el FBI, ahora están siendo destrozadas por su máximo jefe. La posibilidad de una verdad compartida, sobre la cual podemos tener opiniones diferentes, se ha evaporado en una tormenta de distracción alimentada por la web, ayudado e instigado por un presidente para quien la realidad es lo que él quiere que sea en un momento dado, y siempre susceptible de cambio. Resulta que el verdadero logro de Mark Zuckerberg será el colapso de un diálogo público racional y el empoderamiento de Donald Trump y Vladímir Putin”.
Eso se parece al abismo. Y como sabemos, solo se pondrá peor.