Milenio Jalisco

¿Políticos con demasiada autoestima?

- Fernanda de la Torre fernanda@milenio.com o http://www.milenio.com/blog/fernanda o Twitter http://twitter.com/FernandaT

Al leer las absurdas declaracio­nes de ciertos políticos, no puedo evitar preguntarm­e si es posible tener demasiada autoestima, y si es este exceso lo que los lleva a pensar que pueden decir cualquier cosa y que les aplaudirem­os. Hablan como si no hubiera más verdad que la suya y como si los ciudadanos no tuviéramos memoria o capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso.

Sin duda, una sana autoestima es importante. Solemos pensar que es como una especie de armadura que nos protegerá de muchos problemas. En particular a los jóvenes. Por ello, es fuente de preocupaci­ón para muchos padres que se esmeran en hacer todo lo posible para que sus hijos tengan una buena dosis de ella.

Como en todo, los excesos no son buenos. Una “alta” autoestima o exceso de la misma no nos hace sentir más seguros, sino superiores, y eso (llámenlo vanidad o narcisismo) no puede considerar­se positivo. Una cosa es una sana autoestima y otra muy diferente la arrogancia. Un artículo escrito por el doctor Adrian Farnham titulado: Is High Self-Esteem Bad for You? explica que una persona con demasiada autoestima es un peligro no solo para sí, sino para los demás.

El coach británico Mark Tyrell compara la autoestima con un medicament­o. Una dosis justa te ayudará pero un exceso o sobredosis es una pésima idea. Tyrell nos da algunas caracterís­ticas de las personas con exceso de autoestima que traduzco a continuaci­ón y que debemos tener en mente para cuando nos toque elegir en 2018: Son propensos a jactarse de sí mismos. Tienden a ser presumidos y arrogantes. Abusan de las relaciones asumiendo que sus necesidade­s son lo primero en cualquier situación. Si esto no sucede, se enojarán e intimidará­n a los demás. Adoptan un aire de superiorid­ad, simplement­e porque tienen habilidad o suerte en un área particular de la vida. Son ciegos a sus fallas y, por tanto, es poco probable que cambien o mejoren. Tienen problemas para controlar sus impulsos. Existe una gran cantidad de evidencia que vincula la alta autoestima con la criminalid­ad. Después de leer esto permítame preguntarl­e quién le vino a la mente al leer la lista. ¿Le recordó al presidente de nuestro vecino del norte? ¿A cuál de los “suspirante­s” a ser candidatos presidenci­ales? ¿Al eterno candidato que no tiene el menor respeto por las leyes electorale­s? ¿A su joven imitador? Parecería que estas personas son incapaces de darse cuenta que su excesiva confianza y su actitud de super- héroes es muy poco atractiva y puede llegar a causar repulsión. Como no soportan la verdad cuando no es para alabarlos, descalific­an a aquellos que los cuestionan. Recuerde el monumental berrinche que hizo el presidente Donald Trump cuando The New York Times publicó dos fotografía­s que claramente mostraban que la cantidad de personas que asistieron a su toma de posesión no llegaba ni de lejos a las que asistieron a la de Barack Obama en 2009. Los llamó

Fake-News en cada oportunida­d que tuvo y sigue haciéndolo. Otro ejemplo lo tenemos en López Obrador, que cada vez que sale a luz una irregulari­dad de alguno de miembros de su partido, alega (en los spots) que es un tema de persecució­n porque “la mafia del poder” está nerviosa o descalific­a a la persona o medio que cuestiona. Misma estrategia, por cierto, que utiliza Ricardo Anaya para atacar a El Universal por cuestionar el origen de su fortuna. Su arrogancia les impide ver la realidad, pero nosotros sí podemos verla.

El verdadero reto en el tema de la autoestima —como en tantas otras cosas en la vida— es encontrar el justo medio. Es necesario tener la suficiente autoestima para alcanzar tus metas, pero sin que se convierta en un escudo para percibir la realidad. Más aún, para quienes pretenden dirigir un país.

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